¿Cuál es el ayuno que a Dios le agrada?
Lo
primero que todo cristiano debe de saber lo que a Dios le agrada: “Sin fe nada
ni nadie le agrada a Dios” (cf Heb 11, 6) La fe es el medio para entrar en
comunión con El Señor Jesús: “Si mí no podéis dar fruto” “Sin mi nada podéis
hacer” (cf Jn 15, 5) La fe es el camino para entrar en reino de los Cielos (cf Mt
4, 17) y para que los dones de Dios vengan a nosotros (Ef 1, 4-8) Así lo
entendió e profeta Isaías al decir a los hebreos:
Oíd
una palabra de Yahveh, regidores de Sodoma. Escuchad una instrucción de nuestro
Dios, pueblo de Gomorra. «¿A mí qué, tanto sacrificio vuestro? - dice Yahveh -.
Harto estoy de holocaustos de carneros y de sebo de cebones; y sangre de
novillos y machos cabríos no me agrada, cuando venís a presentaros ante mí.
¿Quién ha solicitado de vosotros esa pateadura de mis atrios? No sigáis
trayendo oblación vana: el humo del incienso me resulta detestable. Novilunio,
sábado, convocatoria: no tolero falsedad y solemnidad. Vuestros novilunios y
solemnidades aborrece mi alma: me han resultado un gravamen que me cuesta
llevar. Y al extender vosotros vuestras palmas, me tapo los ojos por no veros.
Aunque menudeéis la plegaria, yo no oigo.
Vuestras
manos están de sangre llenas: lavaos, limpiaos, quitad vuestras fechorías de
delante de mi vista, desistid de hacer el mal, aprended a hacer el bien, buscad
lo justo, dad sus derechos al oprimido, haced justicia al huérfano, abogad por
la viuda.
Venid,
pues, y disputemos - dice Yahveh -: Así fueren vuestros pecados como la grana,
cual la nieve blanquearán. Y así fueren rojos como el carmesí, cual la lana
quedarán. Si aceptáis obedecer, lo bueno de la tierra comeréis. Pero si
rehusando os oponéis, por la espada seréis devorados, que ha hablado la boca de
Yahveh. (Is 11, 10- 20) El AYUNO que le agrada a Dios es el huir de la corrupción
(2 Pe 1, 4), huir de las pasiones de la juventud y de los vicios (2 Tim 2,22; 1
Cor 6, 18) Romper con el pecado (1 Jn 1, 8) para dedicarnos a Dios y hacer su
Voluntad: estar con Jesús para amarlo y servirlo, pertenecerle y permanecer en
Amor.
Isaías tiene presente el Mandato de Dios a los hombres en el Paraíso: “Y Dios impuso al hombre este mandamiento: «De cualquier árbol del
jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás,
porque el día que comieres de él, morirás sin remedio.»” (Gn 2, 16- 17)
Con las palabras de san Juan: “Hijitos
míos no pequéis” (1 Jn 2, 1) y recodando la san Pablo: “el salario del pecado
es muerte” (Rom 6, 23)
Muchos siglos pasaron hasta llegar al
Deuteronomio: Mira, yo pongo hoy ante ti vida y felicidad, muerte y desgracia. Si
escuchas los mandamientos de Yahveh tu Dios que yo te prescribo hoy, si amas a
Yahveh tu Dios, si sigues sus caminos y guardas sus mandamientos, preceptos y
normas, vivirás y multiplicarás; Yahveh tu Dios te bendecirá en la tierra a la
que vas a entrar para tomarla en posesión. Pero si tu corazón se desvía y no
escuchas, si te dejas arrastrar a postrarte ante otros dioses y a darles culto,
yo os declaro hoy que pereceréis sin remedio y que no viviréis muchos días en
el suelo que vas a tomar en posesión al pasar el Jordán. (Dt 30, 15- 18)
Mil años después del Deuteronomio
vuelva la palabra a repetirnos el mandato de Dios: Al principio el Señor creó
al hombre y lo dejó a su propio albedrío. Si quieres guardará mis mandamientos
y permanecerás fiel a su voluntad. Él ha puesto delante el agua y el fuego
extiende tu mano a lo que quieras. Ante los hombres está la vida y la muerte a
cada uno se le dará lo que prefiera…A nadie obligó a ser impío, a nadie obligó
a pecar” (Eclo 15, 11- 20).Tú eres libre, tienes el libre albedrío. Tú puedes
hacer el bien o puedes hacer el mal, de lo que elijas tú serás responsable. San
Pablo nos recomienda los dos principios de la moral católica: “Aborrece el mal
y ama apasionadamente el bien (Rom 12, 9) para que con el bien venzas al mal
(Rom 12, 21).
Antes de conocer a Cristo san Pablo
nos dejó dicho esta verdad: “Pudiendo hacer el bien no puedo hacerlo, es el mal
lo que hago y el bien que quiero hacer no lo hago, pero gracias a Dios que en
Jesucristo me ha hecho libre, de todo el mal para que pueda hacer el bien (cf
Rom 7, 14- 20) Ya antes en la misma carta a los Romanos nos había dicho: “Todos
han pecado y están privados de a gloria de Dios…Pero la justicia de Dios se ha
manifestado, por la fe en Jesucristo, en favor de todos los que crean” (cf Rom
3, 21- 23) Por la fe en Jesucristo han sido justificados por la fe, ahora estamos
en paz (Rom 5, 1)
Qué hermoso es la experiencia de Dios por
la fe, la esperanza y la caridad en nuestro corazón (cf Rom 5, 1- 5) Como no
recordar las dos “columnas de la “Esperanza Cristiana.” La primera es la
Promesa: “yo mismo abriré vuestras tumbas, os sacaré de vuestras tumbas, os
llevaré a vuestro suelo e infundiré en vuestro corazón mi Espíritu Santo” (cf
Ezq 37, 12s) La segunda, es el Cumplimiento de la Promesa: “Llegada la plenitud
de los tiempo Dios envío a su Hijo el que nació de Mujer para que nos liberara
de la esclavitud de la ley y paraqué os trajera el Espíritu Santo para que nos hiciera
hijos de Dios en Cristo” (cf Gál 4, 4-6) Jesús es el cumplimiento de todas las
promesas
El Espíritu Santo actualiza en nuestra
vida, hoy, la Obra redentora de Cristo. Nos conduce a Cristo para que creamos
en Él y nos salve (Rom 8, 14) Nos une en Cristo a Dios y con los otros miembros
del Cuerpo de Cristo para que seamos una Familia, todos hijos y todos hermanos
y todos servidores. Nos lleva al conocimiento de Dios mediante la práctica de
las virtudes para llenarnos y revestirnos de Cristo. Para que como hombres
nuevos (2 Cor 5, 17) pertenezcamos a Cristo, para estar crucificado con Él, muriendo
al pecado y vivir para Dios. (cf Ef 4, 13) Jesús es el hombre perfecto, todos
sus discípulos somos perfectibles y en Cristo maduramos con Él permaneciendo en
su cruz nos hacemos por la acción del Espíritu Santo “hostias vivas, santas y
agradables a Dios.” (Cf Rom 12, 1) Este es el culto nuevo que nace de la Alianza
Nueva sellada con la sangre de Cristo.
¿Cómo deben vivir los cristianos? San
Pablo, a partir del capítulo 12 de Romanos, nos recomienda vivir como ofrendas
vivas, santas y agradables a Dios. Dando culto a Dios que consiste en hacer la
voluntad de Dios. Dejarnos transformar por la acción del Espíritu Santo
cultivando las virtudes cristianas y haciendo y formando parte de una Comunidad
fraterna, solidaria y servicial. En esta Comunidad todos somos iguales en
dignidad, somos hijos de Dios y hermanos enriquecidos con la pobreza de Cristo
(2 Cor 8, 9) Con la misión de servirnos unos a los otros. Tres cosas para
hacer: Preocupación mutua, reconciliación continua y compartir permanente, sin
olvidar las palabras del Apóstol: “el que no trabaje que no coma.” Trabajar en
nuestra liberación, purificación y salvación, para esto necesitamos de los
demás y ellos necesitan de nosotros. Así comprendemos las palabras del Maestro de
Nazaret: “Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, Yo estoy en medio de Ustedes”
(Mt, 18. 20) Está en medio bendiciéndonos, uniéndonos, liberándonos y santificándonos.
A si se cumple su Promesa: “Vengo para que tengan vida y la tengan en
abundancia” (Jn 19, 10)
Este es el mensaje de la conversión
cristiana: “Llenarnos de Cristo, vaciándonos del pecado: Despojaos del hombre
viejo y revestiros del Hombre Nuevo, revístanse de Jesucristo dejando atrás los
terrenos del pecado y de los vicios para poder crecer en el conocimiento de
Dios mediante la práctica de las virtudes cristianas y poder permanecer en su
Amor (cf Jn 15, 10)
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