8.- Jesús, Maestro, nos
invita a estar con él
Tomar la cruz cada día para vivir
como Jesús vivió: en la obediencia a su Padre, en la entrega y la donación a
los pobres y a los pecadores. “Los amó hasta el extremo, hasta dar su vida por
ellos en la vergonzosa muerte de cruz. No basta con negarse a sí mismo, los
seguidores de Jesús hemos de tener la triple disponibilidad para hacer en cada
circunstancia de la vida la disponibilidad para hacer la voluntad de Dios. La
disponibilidad para salir de sí mismo e ir al encuentro de un hermano concreto
para iluminarlo con la luz del Evangelio. Por último tener la disponibilidad de
dar la vida por realizar los otros dos objetivos: hacer la voluntad de Dios y
ayudar al prójimo. Para el seguidor fiel de Jesús, la cruz, es también ser
rechazado, despreciado y burlado; ser relegado o ser tenido por loco. Pero el
discípulo se consuela con las palabras de su Maestro:
“No es más el discípulo que su Maestro;
ni es más el siervo que su Señor, si a ustedes los persiguen, sepan que a mí me
lo hicieron primero” (cfrJn 13, 16; Mt 10, 24). “Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha, y quien a vosotros
rechaza a mi me rechaza, y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado”
(Lc 10, 16). La suerte del Maestro es la suerte del discípulo; el destino de
Jesús es el mismo destino de sus discípulos, la misión del Señor es la misma
misión de los suyos. Él nos comparte de lo suyo, nos trata como sus verdaderos
amigos.
“Mirad os he dado el poder de pisar serpientes y escorpiones, y sobre todo
poder del enemigo, y nada os podrá hacer daño” (Lc 10, 19).
Las serpientes y los escorpiones son nuestros propios pecados y los pecados de
los demás. Con poder de Jesús podremos vencer nuestras concupiscencias de la
carne, vencer al mundo y vencer al Maligno. El poder de Jesús brota de la
“Cruz”, de aceptar la voluntad de Dios para nuestra vida.
“Mirad que Yo os envío como ovejas en medio de lobos: Sed, pues prudentes
como las serpientes y sencillos como las palomas” (Mt 10, 16). Es
una invitación amorosa de Jesús a vivir como discípulos suyos en medio del
mundo, sin dejar de ser lo que somos: Discípulos, amigos de Jesús, pastores de
la comunidad, sacerdotes de Cristo al servicio de la Iglesia, la prudencia es
la virtud que nos hará mantenernos en el camino, con los ojos abiertos y con el
corazón palpitante.
En la escuela de Jesús se aprende
de las propias debilidades y de las de los demás, pero el Maestro es siempre
Él. Cada una de sus enseñanzas nos hace inteligentes, y cuando se ponen en
práctica nos dejan sabiduría, fortalecen nuestra voluntad y nos revisten de
nueva humanidad. Por eso Santiago nos pone de sobre aviso: “No se contenten con ser oyentes, hay que ser practicantes” (cfrSt
1, 22). Con ese mismo sentido Jesús había dicho: “Dichosos los que escuchan mi Palabra y la cumplen” (Lc 8, 21). Hay
alegría cuando los discípulos escuchamos la Palabras del Maestro, pero esa
alegría es mucho mayor, cuando se hace lo que Él dice, cuando se ponen en
práctica sus palabras.
Oración. Señor Jesús, creo en Ti,
Tú has venido a mi vida y yo te he acogido, aún a pesar de mis muchas
debilidades. Por ello te pido mi Señor que me guíes por el Camino de la vida,
haciendo tu voluntad y sirviendo a mis hermanos. Por lo que Tú hagas conmigo,
yo te doy gracias.
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