7.
La Fe en Jesucristo
OBJETIVO:
Ayudar a eliminar las falsas concepciones que se tengan de la fe y aportar nuevos elementos que
ayuden a profundizar la auténtica fe en Jesucristo.
1.
Justificados por la fe.
Porque habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz con Dios por
medio de nuestro Señor Jesucristo, por medio de quien también hemos obtenido
entrada a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la
esperanza de la gloria de Dios (Rm 5, 1-2). La justificación es la obra poderosa que
Dios realiza en Cristo y por Cristo para que los hombres puedan participar de
su “naturaleza divina”, sean transformados en hijos suyos y entre ellos formen
una fraternidad universal. Es la salvación gratuita que Dios ofrece a todos los
hombres para que podamos ser gratos y agradables a Dios, ya que sin fe nada es
agradable a Dios (Hb 11, 6).
La fe es la exigencia esencial para salvarse, para conocer, amar y servir al Señor. Jesús en el Evangelio de Juan pide a sus discípulos creer en Él[1]. En la carta a los Efesios encontramos un hermoso himno a la misericordia de Dios manifestada en Cristo Jesús:
“Y a vosotros que estabais
muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales vivisteis en otro tiempo
según el proceder de este mundo, según el Príncipe del imperio del aire, el
Espíritu que actúa en los rebeldes... entre ellos vivíamos también todos
nosotros en otro tiempo en medio de las concupiscencias de nuestra carne,
siguiendo las apetencias de la carne y de los malos pensamientos, destinados
por naturaleza, como los demás, a la Cólera...
Pero Dios, rico en misericordia,
por el grande amor con que nos amo, estando muertos a causa de nuestros
delitos, nos vivificó juntamente con Cristo - por gracia habéis sido salvados -
y con él nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos en Cristo Jesús, a fin de
mostrar en los siglos venideros la sobreabundante riqueza de su gracia, por su
bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
Pues habéis sido salvados por la
gracia mediante la fe; y esto no viene de vosotros, sino que es un don de Dios;
tampoco viene de las obras, para que nadie se gloríe. En efecto, hechura suya
somos: creados en Cristo Jesús, en orden a las buenas obras que de antemano
dispuso Dios que practicáramos” . (Efesios 2, 1-8).
2.
¿Qué es la fe?
Para comprender lo que es la
fe, miremos a Jesús, el Autor y Consumador de nuestra fe Hb 12, 2) Jesús el Siervo emprende el camino hacia
Jerusalén para obedecer hasta la muerte[2].
En presencia de la muerte lleva la fe a su perfección mostrando una confianza
absoluta en el que podía salvarlo de la muerte[3].
Para Jesús la fe es obediencia a su
Padre, confianza ilimitada; abandono en sus manos y una vida entregada a favor
de todos los hombres, especialmente a los menos favorecidos a quienes amó con
predilección.
a. Para nosotros…digamos
primero lo que no es la fe:
1.
La fe no es un algo: un objeto, una cosa que podemos medir, pesar,
abarcar y luego desechar.
2.
La fe no es un sentimiento. Los sentimientos humanos son neutros, es
decir, ni buenos ni malos, depende la orientación que se les quiera dar.
3.
La fe no es una teoría como la de Darwin. Toda teoría es la
manifestación de impresiones subjetivas.
4.
La fe no es un conjunto de normas que tengamos que obedecer para
salvarnos. Caeríamos en un fariseísmo legalista, rigorista y perfeccionista.
Hombres y mujeres sin misericordia
b. Ahora digamos lo que sí
es la fe.
1.
Es la respuesta que el hombre da al amor de Dios, a la Palabra que Él le
dirige. Es la decisión de confiar y abandonarse en Jesús: Es una convicción que
sólo en Cristo hay salvación… (Hechos 4, 12) Fuera de Él todo es muerte.
2.
La fe es un don: “He sido yo
quien los eligió a Ustedes” (cfr. Jn. 6, 70), nos ha dicho Jesús. La fe no se
puede comprar.
3.
La fe es un poder. Poder “para
vencer el mal y para hacer el bien”, fuerza de Dios para cambiar la manera de
pensar y los criterios mundanos y torcidos.
4.
La fe es una vida: “El Padre nos ha dado vida, esa vida está en Cristo,
quien tiene a Cristo tiene vida”. [4]
Jesús mismo nos dice quien es Él: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. [5]
“Yo soy la Resurrección y la vida”.[6]
5.
La fe es un Alguien que habita por la fe en el corazón del creyente[7].
Una persona divina que ha tomado rostro humano: Jesús. El Don de Dios a los
hombres, La Palabra hecha carne mediante la cual fueron creados los mundos; la
Vida que el Padre nos da para que tengamos vida en abundancia. Él es el
Pensamiento, la Acción, la Sabiduría, la Impronta de su ser, es Emmanuel, Dios
con nosotros.
6.
La fe es el camino para apropiarnos de los frutos de la Redención y de
todo lo que Dios en su divina Gracia nos ha querido compartir. Sólo por el
camino de la fe podemos conocer a Dios, penetrar sus Misterios y recibir sus
bendiciones espirituales.[8]
Por la fe sabemos que en el
nombre de Jesús, y por sus méritos, los pecados son perdonados; los demonios
son expulsados, los enfermos son curados, y por Él, y en Él, somos hijos de
Dios.
3.
¿Qué tenemos
que hacer para tener vida eterna?
La respuesta es
de Jesús, y es breve: “Que crean en el que Dios ha enviado” (Jn.
6, 40). Pudiéramos hacer la pregunta en otra forma: ¿que tenemos que hacer para que
Cristo perdone nuestros pecados? “Arrepentíos,
pues, y convertíos para que sean perdonados vuestros pecados” (Hech. 3,
19). El Señor Jesús nos dejó un gran medio para quitar nuestros pecados en el
Sacramento de la Reconciliación. El Señor dio a su Iglesia el poder de perdonar
los pecados por medio de este Sacramento (Jn. 20, 22-23)
“Porque, si confiesas con tu boca que Jesús es el
señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás
salvo”. (cf. Rom. 10, 9) Creer en
Jesús implica: reconocerlo como nuestro Salvador personal, confiar en Él,
obedecerlo, amarlo, pertenecerle, proclamarlo como Señor de nuestras vidas,
consagrándole nuestra persona y nuestra vida para que la obra de la salvación
crezca siempre en nosotros. La salvación que Jesús nos ofrece es integral,
es decir, abarca a todo el hombre y a todos los hombres. No se limita a quitar
el pecado y a darnos el cielo. Alcanza también todo nuestro ser y crece hasta
perfeccionarse con la posesión eterna de Dios en el cielo. Escuchemos a san
Pablo decirnos esta gran verdad: “a la
Iglesia de Dios que está en Corinto: a los santificados en Cristo Jesús,
llamados a ser santos, con cuantos en cualquier lugar invoquen el nombre de
Jesucristo, Señor nuestro, de nosotros y de ellos.” (1 Cor. 1, 2)
4.
¿Qué es creer en Jesús?
1.
Creer en Jesús es aceptar a Dios como Padre que nos ama, que nos
perdona, que nos salva y que nos da su Espíritu Santo.
2.
Aceptarlo como nuestro único Salvador personal: “me amó y se entregó por
mí” (Gál 2, 19). Es mi Redentor: con su sangre me ha comprado para Dios: “nos
ha sacado del reino de tinieblas y nos ha llevado al reino de la luz” (Col. 1,
13).
3.
Creer en Jesús es adherirse a su persona: hacerse uno con él, buscando
su rostro, su mirada, tener sus pensamientos, sus sentimientos, sus intereses,
sus preocupaciones, sus luchas, para hacer nuestras las promesas y bendiciones
del Padre que encontramos en la Biblia.
4.
Creer en es aceptar su Palabra como “Norma” para nuestra vida: Vivir
según el Evangelio, es vivir como hijo de Dios, hermano de los hombres y
servidor de los demás.
5.
Lo que implica el creer en
Jesús:
“El hombre es justificado por
la fe sin las obras de la ley”.[9]
Significa que la salvación nunca es algo debido, sino una gracia de Dios
acogida por la fe. De esta manera el creyente nunca puede gloriarse de sus
obras o de su propia justicia ni apoyarse en sus obras como lo hacía Pablo el
fariseo.[10] Creer
en Jesús implica:
1.
Confianza infinita en Dios que se nos ha manifestado en Cristo Jesús que
se entregó a la muerte por nuestros pecados y resucitó para nuestra
justificación (Rom 4, 25). Abandono
incondicional en las manos del Padre. “Yo sé en quien he puesto mi confianza”.
“Quien pone su confianza en Él, no queda defraudado” (2 Tim 1,12).
2.
Obediencia a su Palabra: “Haced lo que os diga” (Jn. 2, 5). Quien cree
en Jesús hace de su Palabra la Norma para su vida.
3.
Disponibilidad para servirle: “No
he venido a ser servido, sino a servir” (Mt 20, 28) “L que quiera servirme que
me siga” (Jn 12, 26).
4.
Sentido de pertenencia: “Somos del Señor, de Aquel que nos ha redimido,
que ha pagado el precio por nosotros.[11]
Le pertenecemos en la medida que lo amemos.
Una mirada a María, la Madre
del Salvador, nos ayudará a comprender lo que es la fe. Para la Madre, la fe es
“don de Dios”, “es apertura a la acción divina”, “es acogida de la voluntad de
Dios”, es “confianza, y abandono en las manos del Padre”. La fe de la Madre es
donación entrega y servicio a la Obra del Hijo. Podemos de esta misma manera
comprender porque la Iglesia llama a María “la Madre de los creyentes”.
María, Señora del Sagrado Corazón, ruega por nosotros.
[1] Juan 14,1
[2] Filipenses 2,7ss
[3] Hebreos 5, 7
[4] 1 de Juan 5, 14sss
[5] Juan 14, 6.
[6] Juan 11, 25
[7] Efesios 3, 15-16
[8] Efesios 1, 4.
[9] Romanos 3, 28; Gálatas 2, 16
[10] Filipenses 3, 4-9
[11] 1 de Corintios 3,
21; Efesios 1, 7
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