1.
¿Cómo destruir el cuerpo del pecado?
Estos son los cinco caminos de la penitencia para destruir el cuerpo
del pecado. No te quedes por tanto ocioso, antes procura caminar cada día por
la senda de estos caminos. Recuerda la exhortación de Pablo: Aborrece el mal y
ama apasionadamente el bien (Rom 12, 9). Que nada te impida hacerlo, ni
siquiera tu pobreza porque también los pobres pueden amar y caminar en la
humildad con el Señor. ¿Quién puede negar que la enfermedad nos impide
trabajar, o al menos trabajar con efectividad? Podemos entonces decir, que
nuestra labor espiritual en la familia y en la Iglesia depende de la salud del
corazón. Jesús, el Señor nos dice: “El afuera depende del adentro”. Si el adentro está sucio, el afuera y toda
nuestra actividad, llevarán la huella de nuestro egoísmo o de nuestro pecado
que nos impiden vivir el designio de Dios, que se vive en la fe, en la
esperanza y en la caridad.
“El propósito de esa orden es que nos amemos
unos a otros con el amor que procede de un corazón limpio, con una fe sincera y
con una conciencia recta” (1Tim
1, 5). El corazón se lava en la sangre de Cristo y se purifica en el “horno de
fuego” donde es probada la fe y cualquier otra virtud que pensamos poseer (cfr
1Pe 1, 7). Nuestro interior también se purifica en desprendimiento de los
aspectos negativos que invaden el corazón humano y en dominio de las
concupiscencias de la carne. Sólo entonces podremos ofrecer a Dios un culto en
espíritu y en verdad que consiste en “ofrecerse como hostias vivas, santas y
agradables a Dios”. Este es el culto espiritual, es decir, que se hace en amor
y por amor a Dios y al prójimo (Rom 12, 1)
La mayor parte de la gente busca y espera de Dios una sanación
automática, como por arte de magia. Dios puede hacerlo de esta manera, pero
generalmente, Él, no quiere que lo tengamos como un ídolo mas, sino y sobre
todo quiere y espera de nosotros un crecimiento normal y sano en la vida
espiritual que ha puesto en nuestros corazones como semilla que se ha de
cultivar hasta que lleguemos a la edad adulta que corresponde a la plena
madurez en Cristo (Ef 4, 13). “Para que
no seamos como niños que cambian fácilmente de parecer y que son arrastrados
por el viento de cualquier nueva doctrina
hasta dejarse engañar por gente astuta que anda por caminos equivocados”
( Ef 4, 14).
2.
Medicina de Dios.
Estos cinco caminos son verdadera medicina para sanar las heridas del
pecado, decídete a usarlas y así, recuperada ya tu salud, podrás acercarte
confiado a la mesa del Señor y salir con gran gloria al encuentro del Rey de la
gloria, y alcanzar las gracias y las bendiciones necesarias para vivir en la
dignidad de los hijos de Dios, preparado para toda obra buena. Al hablar de los
“cinco caminos de la penitencia”, podemos a la vez hablar de “cinco piedritas”,
de cinco “armas poderosas” en la lucha contra el mal. Recordemos las señales
que han de acompañar a todo el que tiene una fe sincera.
3.
Señales de salud salvífica
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