EL ITINERARIO DE SAN PABLO
“No vivo yo, si no que Cristo vive en mí”. Y
mientras vivo en carne mortal, vivo de mi fe en el Hijo de Dios que me amó y se
entregó por mí”
(Gál 2, 20).
1.
La clave de la
perfección cristiana.
Juan el Bautista
nos dejo la clave para lograr el crecimiento y la perfección cristiana: “Es necesario que yo disminuya y que Él
crezca” (Jn 3, 30). Disminuir hasta desaparecer para que Cristo pueda purificar
el corazón de los creyentes, para luego vivir, crecer y reinar en sus
corazones. Las palabras de Pablo no fueron dichas al principio de su conversión.
Las dijo siendo ya un adulto en la fe y viejo en años. Lo pudo decir después de
que había padecido muchas purificaciones y muchos azotes; después de haber
sufrido persecuciones y arriesgar su vida por amor a Cristo.
2.
¿Cómo entender
las palabras de Pablo?
Con la misma
vida del Apóstol: “Lo que para mí era
ganancia, lo consideré, por Cristo pérdida” (Flp 3, 7). Para el apóstol el
bien supremo era conocer a Cristo Jesús. “Por
mi Señor, todo lo doy por perdido, todo lo considero basura con tal de ganarme
a Cristo, y estar unido a él, con la justicia que nace de la fe en Cristo”
(v. 9). “Lo que quiero es conocer a
Cristo y experimentar en mí el poder de su Resurrección, tomar parte en sus
sufrimientos; configurarme con él en su
muerte” (v. 10). “olvidando lo que queda
atrás, me esfuerzo por lo que hay por delante, y corro hacia la meta, hacia el
premio al cual me llamó Dios desde arriba por medio de Cristo.” (Flp 3, 13-
14).
Para el Apóstol
la clave para desaparecer es la “Cruz de Cristo”: “Morir al pecado para vivir
para Dios” (Rom 6, 1- 10. El que muere al pecado pertenece y sirve a Dios,
sólo entonces podremos entender la realidad que vive Pablo: “Estoy crucificado con Cristo” (Gál 2,
19), “dando muerte a las apetencias de a
carne” (Gál 5, 24). Sin purificación del corazón no hay crecimiento
espiritual, no hay espiritualidad, no hay vida y no hay esperanza.
3.
La vida
espiritual en San Pablo.
La vida
espiritual del Apóstol estuvo cimentada en tres columnas: “la fe en Jesucristo, su amor a la Iglesia y la esperanza de la vida eterna” (cfr Col,
1,3) Tres armas poderosas en la lucha contra el pecado: “Nosotros en cambio, que somos del día, permanezcamos sobrios,
revestidos con la coraza de la fe y el amor, y con el casco de la esperanza de
la salvación” (1 Tes. 5, 8). Para el Apóstol “la vida es Cristo y la muerte
es ganancia”, razón por la cual exhorta a sus discípulos de Colosas a levantar
la mirada y buscar las cosas de arriba: “Por
tanto, si han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo, donde está
Cristo sentado a la derecha de Dios, piensen en las cosas del cielo, no en las
de la tierra. Porque ustedes están muertos y su vida está escondida en Cristo.
Cuando se manifieste Cristo, que es vida de ustedes, entonces también ustedes
aparecerán con él llenos de gloria” (Col 3, 1- 4).
4.
La conciencia de
Pablo de ser siervo de Cristo.
“Yo Pablo
siervo de Cristo Jesús por voluntad del Padre” (Ef 1, 1) Propiedad
total y exclusiva del Cristo su Señor. Pablo tiene conciencia de ser: “Amor
entregado de Cristo a su Iglesia”. A tal grado que llegó a decir: “para mí la vida es Cristo y la muerte una
ganancia” (Flp 1, 21). En la carta a los romanos dice de sí mismo y de los
hermanos: “Ninguno vive para sí,
ninguno muere para sí. Si vivimos para
el Señor vivimos; si morimos para el Señor morimos; tanto en la vida como en la
muerte somos del Señor” (Rom 14, 7-8). “No
nos anunciamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y nosotros no
somos más que servidores de ustedes por amor de Jesús” (2 Cor 4,5) El
Apóstol se sabe “pertenecía total y exclusivo de Cristo” y a la misma vez
servidor de la Iglesia de Cristo.
5.
Itinerario de san Pablo
Encuentro algunas
coordenadas que me han dado la luz para conocer el itinerario espiritual que
dio al Apóstol el crecimiento espiritual, la sabiduría del
Espíritu y la fuerza para dar su vida por el Evangelio de Cristo:
·
El
Encuentro personal con Cristo en el Camino de Damasco.
Es el punto de
partida: Sucedió que, yendo de camino, cuando estaba cerca de Damasco, de
repente lo rodeó una luz venida del cielo, cayó en tierra y oyó una voz que
decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me
persigues? El respondió: “Yo soy Jesús a quien tú persigues”. Pero levántate
entra en la ciudad y se te dirá lo que tienes que hacer (Hech 9, 1ss). Pablo, elegido por el Señor para ser un
instrumento de elección para llevar su nombre a los gentiles, los reyes y los
hijos de Israel, recibe también el don de sufrir con Cristo, de padecer por su
nombre” (Hch. 9, 15- 17; Flp 1, 29).
El Encuentro con Cristo Resucitado divide la vida del Apóstol en dos: Antes,
Pablo el fariseo y perseguidor de la Iglesia: Después, Pablo el Apóstol, el
Misionero y Heraldo de Cristo.
- · La obediencia a la Palabra de Cristo.
Para el Nuevo Testamento
la vida espiritual comienza cuando Dios, en Jesús, nos dirige su Palabra y nos
nosotros nos adherimos a ella con nuestro “Fiat”. A medida que acogemos y
vivimos su Palabra, ésta da fruto, y permite que la vida espiritual, es decir,
el hombre nuevo, crezca y se desarrolle hasta alcanzar la plenitud en Cristo. Para
el Apóstol sin obediencia a la Palabra de Cristo no hay conversión, ni
purificación ni renovación espiritual. “Que
la Palabra de Cristo habite en ustedes con toda su riqueza” (Col 3, 16). La
Palabra que se obedece nos trasmite el mismo modo de pensar y de actuar de
Cristo. Tener la mente de Cristo (cfr Fil 2, 5), exige renunciar a vivir según
los criterios mundanos y paganos (cfr Rom 12, 2) que nos alejan de la verdad y
de la voluntad de Dios.
- · La docilidad al Espíritu Santo.
Para Pablo no
ser conducidos por el Espíritu Santo es “la carne”, una vida mundana y pagana,
vida de pecado que embota la mente, endurece el corazón y nos lleva al
desenfreno de las pasiones (cfr Ef 4, 18). Para el Apóstol, cristiano, es el
que vive según el Espíritu de Dios (cfr Gál 5, 25); Espíritu de Libertad que es
quien actúa la conversión en los creyentes: “Porque
el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor ahí está la
Libertad. Y nosotros todos, con el rostro descubierto, reflejamos como en un
espejo, la gloria del Señor, y nos vamos transformando en su imagen con
esplendor creciente, bajo la acción del Espíritu del Señor” (2 Cor 3, 17-
18). “Les pido que se dejen conducir por
el Espíritu Santo y así no serán arrastrados por los bajos deseos” (Gál 5,
16).
En la carta a
los romanos nos dice: “En efecto todos
los que son guiados por el espíritu de Dios son hijos de Dios. El Espíritu
mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de somos hijos de Dios. Y
si hijos, también herederos; herederos de Dios coherederos de Cristo, ya que
sufrimos con Él, para ser también con Él glorificados” (Rom 8, 14. 17). Para el Apóstol, sólo con la gracia
del Espíritu Santo, el cristiano, puede llegar a ser lo que debe ser: un hombre
nuevo, justificado, perdonado, reconciliado y comprometido con la causa de
Cristo.
- · La pertenencia a Cristo.
“Porque los que son de Cristo Jesús han crucificado
el instinto con su pasiones y deseos” (Gál 5, 24). Todo el que es de Cristo
es una nueva creación, ha pasado de la muerte a la vida, de la esclavitud a la
libertad, de las tinieblas a la luz: “Porque
si en un tiempo fueron tinieblas, ahora son luz en el Señor: vivan como hijos
de la luz, dando los frutos de la luz: la bondad, la justicia y la verdad”
(Ef 5, 8- 9). “Pero ustedes no están
animados por los bajos instintos, sino, por el Espíritu, ya que el Espíritu de
Dios habita en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no le
pertenece” (Rom 8, 9- 10).
Toda la vida
del Apóstol estuvo proyectada hacia su meta: Cristo, Jesús su Señor, hasta el
grado de sentirse suave “aroma de
Cristo” ofrecido a Dios: “hostia
viva, santa y agradable a Dios” (cfr Rom 12, 1). “Sé lo que es vivir en la pobreza y también en la abundancia. Estoy
plenamente acostumbrado a todo, a la saciedad y al ayuno, a la abundancia y a
la escasez: Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Flp 4, 12- 13). Por
eso puede decirnos: “sean imitadores míos
como yo lo soy de Cristo” (Flp 3, 17).
Publicar un comentario