EL Hombre: un ser para la Comunicación.
Introducción.
Es muy frecuente escuchar decir que la “familia es la primera célula de la sociedad”. Nuestra pregunta sería: ¿Qué clase de sociedad tenemos? Una respuesta honesta nos lleva a darnos cuenta de la clase de familia que tenemos. Autores del peso de Viktor K. Frankl se han atrevido a dividir la humanidad en dos clases de hombres: los que se proyectan en la vida y los que se quedan al margen de su realización. El mismo Autor, a la luz de su experiencia en el campo de concentración nos dice: Existen los hombres que inventan la cámara de gas para destruir a sus semejantes, mientras que existen otros que entran en esa cámara de gas cantando la Marsellesa o rezando el Padre Nuestro.
¿Qué vemos a
nuestro alrededor? ¿Serán muchos los que se lanzan hacia delante buscando su
realización personal junto con otros? ¿Serán muchos los que toman la vida en
serio. ? El Doctor Frankl nos dice que son una muy reducida minoría la que han
tomado la vida en serio, mientras que una inmensa mayoría camina al margen de
su realización personal. La reducida minoría tiene que cargar sobre sus hombros
a la inmensa mayoría que despilfarra y derrocha la vida y los bienes que son de
todos y para todos.
1. El arte de vivir en
relación.
“No es bueno que el hombre esté solo”. (Gn. 2, 18) El hombre no fue creado para vivir en solitario; está llamado a vivir en comunión con el Otro,
con los otros y con lo otro. Todo ser humano está por naturaleza orientado
hacia lo que todavía no es, pero que está llamado a ser: Un hombre en plenitud,
esto solo será posible cuando se vive para los demás y con los demás.
Creo que el “arte de vivir en comunión”
es tarea para toda la vida, y que además
exige tener una clara “Cosmovisión” del Hombre, de la vida, de Dios y de la
Naturaleza. Saber quienes somos, de donde venimos, para que estamos aquí y para
donde vamos. Saber que a la vida no se le puede dar sentido, ya lo tiene, hay
que descubrirlo y realizarlo. Para quien pretenda darle sentido a la vida, será
siempre un sentido subjetivo, una simple impresión de sentido.
Todo diálogo interpersonal tiene dos
dimensiones: “una de acogida y otra de apertura”; de la misma manera que todo
ser humano tiene un “adentro” y tiene un “afuera”. Una existencia dialogada
exige la armonía entre el adentro y el afuera: “Quien quiera vivir replegado en
sí mismo”, no se realiza, como tampoco se realiza quien derrocha su vida “fuera
de sí mismo”, negándose a entrar dentro y tomar control de la casa.
2.
El hombre un
ser en proyección.
No estamos hechos nos estamos haciendo,
somos seres en construcción. El hombre se realiza en la medida que se proyecte
en la vida, teniendo presente que nadie puede caminar solos, nadie se realiza
solo, necesitamos de los demás y los demás necesitan de nuestros aportes.
Todo hombre es poseedor de un sentido
trascendente que nos permite comprender que estamos llamados a vivir de
encuentros:
¨
Encuentros consigo mismo,
para descubrirme como un fin en sí mismo, como un valor o como un don para los
demás.
¨
Encuentros con los demás, con
quienes hemos de vivir de encuentros que nos permitan intercambiar ideas,
palabras, experiencias, vida, como también que nos permitan el intercambio
recíproco de otros valores, que bien pueden ser creativos, intelectuales, morales
o materiales.
¨
Encuentros con las cosas,
para encontrarlos su sentido; son simplemente medios al servicio del hombre y
de todos los hombres, no son un fin en sí mismo
¨
Encuentros con Dios.
Encuentro que me ayuda a comprender que soy limitado, finito, y de manera única
que nos soy dios.
Podemos decir sin miedo a equivocarnos
que una persona que no viva de encuentros con la Otridad: con El Otro, con los
otros o con lo otro, no se realiza, se desfigura, se atrofia, desperdicia sus
mejores cualidades o potencialidades.
La
clave de todo diálogo: “Conócete a ti mismo”. Un
conocimiento personal y comunitario que responda las preguntas sobre el hombre:
¿Quién es? ¿De dónde viene? ¿Para qué está aquí? ¿Hacia dónde va? ¿Cuál es el
sentido de su vida?
3.
Digamos primero
lo que no es el hombre
¨
No es una cosa. No es un algo
al que se le puede usar y luego botar o destruir.
¨
No es un medio. No permitamos
que se nos valore por lo que sabemos, hacemos o tenemos.
¨
No es un instrumento ni de
placer ni de trabajo que podemos usar para saciar nuestros instintos o nuestros
impulsos, o sencillamente para enriquecernos
¨
No es una nada que podemos
ignorar o ser indiferentes a su palabra o a sus necesidades.
La peor ofensa contra cualquier hombre
sería entonces la manipulación mediante palabras bonitas, promesas, mentiras,
lástimas, mentiras amenazas, utilización, etc.
4.
Ahora digamos
lo que sí es el hombre:
¨
Una persona, un alguien, un sujeto.
Un alguien capaz de pensar, sentir, expresarse y capaz de dar y de recibir
amor. Alguien que tiene voz propia. Es valor en sí mismo; un fin que nunca debe
ser reducido a cosa, a instrumento o a medio para llenar los vacíos de otros.
La frase popular un clavo saca otro clavo, no debe ser pronunciada de frente a
la persona humana.
¨
Un ser original, único e irrepetible. Con rostro propio, capaz de tomar sus propias decisiones. La peor
ofensa que el hombre se puede hacer a sí mismo es reducirse a copia, a
calcomanía.
¨
Un ser responsable, capaz de vivir de encuentros con otros. Ser responsable significa vivir de frente a sí mismo, y de
frente a los demás. Responsable de mis palabras, de mis pensamientos, de mis
actos; en otras palabras, responsable de mí mismo. Vivir culpando a otros no es
muy saludable.
¨
Un ser libre. Una libertad que debe
ser conquistada: Lo podemos decir de otra manera: el hombre es libre en la
medida que es responsable, sin responsabilidad no existe la libertad en
nosotros. El Hombre es libre cuando puede elegir hacer el bien y permanecer en
su decisión.
¨
Un ser capaz de amar. Toda persona
es amor, es manifestación del amor y nace para amar. Nadie puede vivir sin
amor. El amor es el fundamento de la vida.
El mayor acto de amor que le podamos
hacer a cualquier ser humano es ayudarlo a iniciarse en su camino de
realización, es decir, ayudarlo a ser persona capaz de valerse por sí misma.
5.
La herencia
familiar.
Todo ser humano tiene un pasado, un
punto de partida, que queramos o no, influye, veces para bien y veces para mal.
La Familia es la primera escuela, en ella los maestros son los padres, los
alumnos, por supuesto, son los hijos. En su primer ambiente el niño recibe una
herencia que por un lado es genética, (los genes paternos y por otro lado es fonética (El ejemplo, los
patrones de conducta que se viven en familia). Herencia que influye en los
seres humanos, aunque nunca totalmente, siempre,
el hombre es capaz de decir la última palabra.
6.
Los grandes
enemigos del diálogo interpersonal
La herencia familiar influye en los
comportamientos y las actitudes de los hijos en cualquier etapa de la vida. A
la luz de la psicología profunda descubrimos cuatro grandes enemigos:
¨
El miedo, fuente de
inseguridad, de celos, de soledad, de aislamiento, de frustraciones.
¨
El odio, es el des-amor, es
desprecio, es rechazo que se recibe en casa; el no ser tomado en cuenta o el
ver como se prefiere a otros.
¨
El complejo de culpa, estado
enfermizo del espíritu que nos vacía de toda confianza y nos oprime,
privándonos de toda libertad.
¨
El complejo de inferioridad.
Sentirse menos o sentirse mas, son obstáculos que impiden el sano acercamiento
y el sano intercambio entre los seres humanos.
Urge desenmascarar la más grande de las
mentiras: el pensar que valemos por lo que se tiene o por lo que se sabe o por
o que se hace. Mentira que genera clases de personas, unas de primera, otras de
segunda y otras mas de tercera o de cuarta. Dios no creó muchas clases de
personas; si no una sola, la familia humana. Familia en la cual debe existir una solicitud mutua, una reconciliación
continua y un intercambio de bienes permanente. Sólo entonces podemos
comprender que la persona es más importante que las cosas, que nadie debe estar
por encima de los demás, y que el mayor acto de amor es el ayudar a otros a
ponerse en camino hacia su realización plena. “Dios no hace acepción de
personas” (Rom 2, 11)
7. ¿Qué debe ser lo primero?.
Frankl, nos habla de tres valores
fundamentales, sin su realización el hombre corre el peligro de quedarse
convertido en un simple bosquejo de persona. ¿Cuáles son estos tres valores?
¨
El valor de la introspección.
Lo primero es hacer un alto en la vida para entrar en sí mismo, como una
primicia de auto poseerse, ser rey en la propia casa, ser dueño de sí mismo.
¨
El valor del autoanálisis. En
segundo lugar conocerse a sí mismo; un redescubrirse, a la luz del cúmulo de experiencias vividas a
lo largo de la vida. Nos podemos encontrar con valores o con defectos de
carácter; con heridas o con recuerdos agradables.
¨
El valor de la proyección. En
tercer lugar o valor que estamos llamados a realizar es el salir de nosotros
mismos. Es tomar la firme decisión de tomar la vida en serio; como don y como
tarea, pero siempre en comunión con otros.
La experiencia personal nos dice que
los modelos de vida que la sociedad nos presenta no responden a los anhelos más
profundos del corazón humano. Una sociedad masificada y masificadora, ha
generado dos estilos de vida, uno llamado Conformismo, nos dice: “Vive haciendo
lo que los demás hacen”. Compra lo que otros compran, has las cosas por que
otros las hacen, etc. Este estilo de vida propio de USA ha traspasado las
fronteras de nuestro País y de nuestras familias, lo hemos hecho nuestro.
Pero existe otro estilo de vida que la
sociedad nos presenta, es el Totalitarismo, que nos dice: “Vive haciendo lo que
otros te dice”. Otros piensan y deciden por nosotros, nos imponen lo que hemos
de hacer, lo que hemos de creer o como hemos de vivir. Ninguno de estos estilos
de vida realiza o nos ayudan a tener una mejor calidad de vida: Nos puedan dar
cosas, lujos, confort, poder dominio sobre los demás pero, nunca serán un
camino de realización personal. Todo lo contrario generan en la sociedad, en
las familias y en nosotros una realidad deshumanizante y deshumnizadora: “El
Vacío Existencial”.
8.
El Vacío
Existencial.
Fuente de angustias, tristezas, odios,
envidia, celos, neurosis, desdichas, etc.. Es un Vacío de amor, de alegría, de
vida, de libertad, en últimas es un Vacío de Dios, de Humanidad, de Vida.
El fruto del Vacío existencial es una
vida frustrada. La frustración que vemos reflejada en rostro de una inmensa
multitud de personas entre nosotros como:
¨
Aburrimiento, la enfermedad del siglo. Consiste en no saber que hacer con la propia vida, el no saber
para que nacimos o el para que estamos aquí. Vemos a hombres que lo tiene todo
o casi todo, menos el gusto por tenerlo. Lujos, dinero, placeres, salud, pero,
sin embargo no están satisfechos...siempre quieren más o sencillamente se
aburren, nada les llena. Otros se conforman con ser así, como arrojados a una
vida sin sentido. Dicen: nací para ser pobre, yo no tengo remedio, nada se
puede hacer. Son personas conformistas, que mas que pobres podríamos llamarlas
miserables. Existe un grupo mas, que teniendo apenas para medio subsistir,
pareciera que la lucha por la existencia a favor de los que ellos aman, le
ayuda a encontrar el sentido a la vida, son felices.
Las personas aburridas se convierten en
un peligro, viven buscando razones para sentirse bien, recurren a la
pornografía, al placer, al alcohol, a la droga, al trabajo fuera de lo normal,
cayendo en situaciones que esclavizan y
atrofian a las personas.
¨
La agresividad: dominio de los impulsos. Es el campo de la ira, del mal genio, de las palabras agresivas,
de los golpes, de deseos de venganza o de los deseos de matar.
¨
El Aislamiento: vivir sin los demás. Es la no preocupación por los demás; la no comunicación, el no diálogo; lleva a la
muerte en vida; a la pérdida del sentido de la vida. El aislamiento lleva al
encerramiento y al individualismo
Se escucha entonces la Palabra del Señor que dice:
" Sepulcros blanqueados”, personas que viven en las apariencias. Sepulcros, si, pero, con la
posibilidad de salir de ellos y de ir a la tierra prometida que mana leche y
miel para llevar una vida plena que brota del amor de Dios (Ez. 37,12-13)
9.
Familia sé lo
que eres: “Madre y Maestra”.
Madre por que engendras para la vida y
Maestra porque enseñas a vivir. El Papa Juan Pablo llamó a la Familia: “Escuela
del más rico humanismo”. En la Familia se educa para la vida, y no simplemente
para pasar un examen. La educación familiar puede ser en dos campos que se
complementan y se apoyan mutuamente uno en el otro: La educación en los valores
humanos y la educación en la fe.
De frente a la tarea de toda familia
hemos de mencionar: “el gran problema” de muchos: no saber distinguir entre lo
bueno y malo, a lo bueno le llaman malo
y a lo malo le llaman bueno. Malo es todo lo que impide nuestra realización
personal y comunitaria; bueno es todo aquello que nos ayuda a realizarnos como
lo que somos. Esta realidad genera entre nosotros la llamada “Inversión de
Valores”, el hombre de fin en sí mismo es reducido a medio o a instrumento de
placer o de trabajo.
10. El Diálogo familiar.
Un diálogo es intercambio de ideas,
palabras, experiencias, vida. Para que sea diálogo tiene que ser entre dos o
mas personas, lo contrario sería monólogo. Uno es el que habla y los demás
escuchan y obedecen.
Todo diálogo tiene como exigencia
fundamental la madurez humana, o al menos alguna madurez, sin la cual, todo
queda reducido al campo de lo utópico. Esta madurez humana nos permite
reconocer la dignidad de todo ser humano, valor no reductible que brilla en el
rostro de todo hombre. Pero además exige, entre otras cosas:
¨
La igualdad fundamental, en
la familia, todos son importantes, incluyendo a los más pequeños.
¨
La apertura, abrirse a los
demás, con la necesidad de ser escuchados.
¨
La acogida, recibir al otro.
Cuando el otro habla hacerlo centro de nuestra atención.
¨
Respetar la libertad de los
otros, no podemos obligar a los demás a que digan lo que nos gustaría saber. El
otro siempre será un misterio.
¨
Generar un diálogo positivo,
en la medida de los posible. Solo después de varias sesiones de diálogo
positivo, se ha de recurrir a un diálogo negativo.
11.
El método de la
enseñanza familiar
Tres son los elementos que dan
consistencia la enseñanza dentro de la familia:
¨
L testimonio de vida, enseñar
con obras. Los buenos o malos comportamientos son la mejor y más rápida manera
de enseñar a los demás. “las palabras mueven, pero los ejemplos arrastran”,
decía san Agustín.
¨
La palabra, enseñar con
palabras que lleven la huella de lo humano, que sean amables, limpias y
veraces. Palabras optimistas y positivas, revestidas de vida, llenan el
inconsciente y el corazón de los niños. El proverbio popular dice: “Nadie da lo
que no tiene”, mientras que la Biblia dice: “La boca habla de lo que hay en el
corazón”.
¨
El tercer camino de la
enseñanza en la familia es la amistad. Cuando fallan el testimonio y las
palabras lo único que os queda es la amistad. Hágase amigo de sus hijos y usted
no tendrá mucho problema para comunicarse con ellos y ellos no tendrán ningún
problema en escuchar al amigo, obedecerlo e intercambiar con usted sus puntos
de vista, sin agresividad, sin violencia.
12.
La dinámica del
Amor Familiar.
La Familia como primera escuela nos
educa para la vida, por lo que creo necesario resaltar algunos elementos que
conforman el “Decálogo Familiar”:
1)
El reconocimiento personal
mutuo.
2)
La Aceptación personal de
todos, tal y como son y no como nos gustaría que fueran.
3)
La Igualdad fundamental de
todos.
4)
El respeto personal mutuo.
5)
El perdón incondicional de
todos para con todos.
6)
El principio de la Dignidad
Humana.
7)
El principio de
subsidiaridad.
8)
El Principio de solidaridad
de todos para con todos.
9)
El Principio del Bien Común,
todo es de todos y todo es para todos.
10) El diálogo familiar en el cual se resalta la importancia de todos.
Diálogo liberador que genera conocimiento, identidad familiar y unidad entre
los miembros de la familia.
13.
La familia:
Comunidad de vida y de amor.
En la medida que se comparta la vida;
que vivan unos para los otros, tomando cada uno su responsabilidad. En esta
familia, todo es de todos: sentimientos, dinero, dolor, preocupaciones,
responsabilidades, vida, amor, alegrías, todo...
¨ La entrega y aceptación mutua. De novios todos es fácil y bonito,
lo difícil viene después. No existe, ni el hombre ideal ni la mujer ideal.
¨ De forma personal y total. El amor es donación, es entrega, y
ésta, nunca puede ser a medias. “El refrán que reza: ni todo el amor ni todo el
dinero”, no es cristiano.
¨
Nadie vive para sí mismo; se
vive para los demás o la familia corre el peligro destruirse a sí misma. El
individualismo es el peor de los enemigos de la familia.
¨
Todos son importantes. Niños
y grandes, hombres y mujeres. La discriminación no hace la familia. El
relativismo es un enemigo de la realización en familia.
¨
El amor, la verdad y la vida
son la base toda familia cristiana. El odio, la mentira y la muerte son
elementos que deben salir fuera de la familia comunidad de vida y comunidad de
amor.
14.
El sentido de
la vida.
Hemos dejado para ele final este apartado sobre el sentido de la vida
como la corona de nuestra reflexión. Creo que ahora podemos afirmar que la vida
tiene sentido, no tenemos que dárselo, sería algo absurdo, inventado; una
simple impresión de sentido, algo subjetivo, y por lo tanto, que no responde a
la verdad del sentido. El sentido de la vida, aquí y en cualquier lugar,
cultura o época, siempre será el amor a Dios y a los demás. Quién lo encuentre
y lo realice será feliz. La felicidad que brota por añadidura. Sin haberla
buscado...simplemente aparece cuando le respondemos a la vida en cada
circunstancia y de frente a todo ser humano.
15.
¿Qué implica la
realización del sentido?
Conocer y vivir los valores del Reino
propuestos por el Evangelio. Jesús en el Evangelio de Juan dice a los judíos
que habían creído en El: Permanezcan en mi Palabra y seréis mis discípulos,
conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” .(cf Jn. 8, 31- 32) Este texto
bíblico implica en sí los valores del Reino que todo ser humano puede y debe
vivir para dar a la vida una respuesta diáfana de frente al sentido o
significado de la existencia. Por otro lado podemos afirmar que el sentido no
está expuesto la simple curiosidad o al chismorreo, implica decisión y cultivo;
acogida y respuesta, entrega y donación.
16.
Un camino que
no miente.
El camino que nos puede llevar hacia la
plenitud del sentido, es Jesús quien lo pone a nuestro alcance: “permanezcan en
mi amor, como yo permanezco en el amor de mi Padre; Quien guarda mis
mandamientos permanece en mi amor, como yo guardo los mandamientos de mi Padre
permanece en mi amor” (Jn. 15, 91-10). Esto nos hace decir que la fe es el más
auténtico de los caminos de la realización humana... camino seguro...nadie que haya
confiado en la propuesta del Señor ha quedado defraudado...nadie se ha perdido.
Juan Pablo II nos ha dicho que la fe que no se hace cultura, que no se
manifiesta en vida no sirve para nada. Para que la fe sea camino de realización
ha de expresarse en acciones concretas a favor de los demás y para la mayor
gloria de Dios.
San Pablo en la experiencia de
encuentro en el camino de Damasco comprendió que en Jesús de Nazaret,
crucificado y resucitado, Dios había redimido al mundo y le ofrecía una
salvación que abarcaba a todos los hombres. Para Pablo Jesús es el Mesías de
Dios que vino a su encuentro con una llamada y con una pregunta: Saulo, Saulo,
¿porqué me persigues?. ¿Quién eres tu señor? “Yo Soy Jesús a quien tu
persigues”. (Hech. 9,5)Palabras que penetraron en el corazón de Pablo y
marcaron el cambio radical de su vida: de fariseo de la Ley a misionero y
apóstol de Cristo.
Experiencia que convierte a Pablo en
testigo de la salvación por la fe en Jesucristo, único mediador entre Dios y
los hombres, y esto bajo las estrellas del cielo (Hec. 4, 12). Esta fe, Pablo,
nos dirá más tarde, que llegada a su madurez es “caridad”. La caridad es origen
y es meta; es principio y es corona; es don y es compromiso.
Tiene tres implicaciones fundamentales:
¨
Vivir en la verdad. En
referencia a Dios a los demás y a las cosas. En referencia a dios como hijo; a
los demás como hermano y a las cosas como amo y señor.
¨
Practicar la justicia.
Hacemos justicia a dios cuando elegimos el camino de salvación que El nos
propone. Hacemos justicia a los demás cuando les damos lo que les pertenece;
hacemos justicia a las cosas cuando les damos el uso debido y las ponemos al
servicio de quien las necesite.
¨
Caminar en libertad. La
libertad es don y conquista. “Para ser libres nos liberó Cristo”. (Gál. 5,
1)Dios nos libera y hace alianza con nosotros para que seamos su Pueblo, sus
hijos. Libres de ataduras para conocerlo, amarlo y servirlo.
¨
Guardar el Mandamiento Nuevo.
El Mandamiento del Rey. “amaos los unos a los otros como Yo os he amado” (Jn
13, 34). El Mandamiento de Jesús nos hace comprender que la vida se vive con
otros y se pone al servicio de los demás, o sencillamente no se vive. En la
Comunidad Cristiana nadie vive para sí mismo, se vive para el Señor y para los
demás a no somos cristianos.
17. ¿Quiénes pueden guardar
el Mandamiento Nuevo?
La experiencia personal de vida nos
permite dar una respuesta clara; respuesta que podemos formular de dos maneras:
dando muerte al hombre viejo y revistiéndonos del “Hombre Nuevo”. (cf. Col. 3,
9- 12).Es correcto afirmar que solo podrán guardarlo quienes, en comunión con
Cristo, cultiven los valores del Reino.
La plenitud del valor es proporcional
al rompimiento con situaciones de mentira, de injusticia y de esclavitud. El
apóstol Pedro invita a todo creyente a huir de la corrupción y a cultivar las
virtudes que serán las columnas de la estructura espiritual del cristiano (cf 1
de Pe. 13-11), en la cual se desarrolla y se manifiesta el sentido de la vida:
el amor a Dios y servicio al prójimo. El cultivo de la virtud está lleno de
renuncias, de asperezas y sacrificios: “es un camino angosto” que excluye toda
instalación. Conformismo y mediocridad y a la vez, implica el cultivo de una
voluntad firme, férrea y fuerte para amar. Sin el cultivo de esta voluntad todo
se quedará en buenos propósitos.
En la mente, en el corazón y en los
labios de todo cristiano ha de estar el canto. “He decidido seguir a Cristo”.
Solo cuando se tomado la firme determinación de ser discípulo de Jesús puede
nuestra mirada recibir el brillo de la fe; podemos a la vez expandir nuestro
corazón, romper las ataduras y desplegar nuestra alas para ir al encuentro del
pobre, del necesitado, del hermano que cama justicia al cielo. Nada es
automático; nada es por arte de magia, tanto el iluminismo como el esoterismo
quedan al margen, son excluidos en el combate de la fe, se exige jugar limpio
para lograr la corona del triunfo (2 Tim 2, 4).
Vienen a mi mente las palabras de
Pablo: “un demonio de Satanás me abofetea” (2 Cor. 12, 7). Podemos comprender
el sentido de esta terrible afirmación: “no podemos confiar en la sabiduría que
viene de los hombres” (1 de Cor. 2, 5). Nuestra fe no tiene otro fundamento que
Jesucristo (1 Cor, 3, 11). La vida cristiana es don y es lucha, es un combate,
es gracia y es respuesta, la experiencia personal da testimonio de esto: “Mi
gracia te basta” (cf 2 Cor. 12, 9). Solo cuando hemos reconocido que somos
débiles e incapaces de salvarnos a nosotros mismos, puede la Gracia de Dios
venir en nuestra ayuda. Así lo comprendió san Pablo y nos lo dejo como un
legado: “cuando soy débil, soy fuerte” (2 Cor. 12, 10). Esta es la ley del
discipulado y del apostolado: la experiencia de nuestras propias debilidades
nos convierten en candidatos para que en nosotros se manifieste la gracia de
Dios La clave de la victoria en Cristo es precisamente el “cuando soy débil,
soy fuerte”.
18. El arte de hacerse
débil.
Llegar a sentirse débil para poder
experimentar la gracia de Dios solo puede ser fruto de la acción del mismo
Espíritu Santo en nuestra vida; es el camino que nos lleva a desaparecer para
dar lugar a la manifestación de Cristo en nuestra vida cristiana, apostólica o
ministerial (cfr Jn 3, 27<9 .="" span="">9>
La sutileza del mal en nosotros tiene
muchas y variadas formas para darle vida al hombre viejo que se repliega en las
profundidades del alma. Formas de vida que no son otra cosa que barreras que
nos impiden conocer más profundamente a Dios y su poder que actúa en nosotros.
Veamos las más sobresalientes.
¨ La autosuficiencia. El yo puedo sin los demás y hasta sin Dios.
¨ La imprudencia. No se miden los peligros, se actúa con ligereza y
sin inteligencia, so pretexto de no comprometer.
¨ El sentirse fuerte frente a las tentaciones o frente a ciertos
peligros con el pretexto de hacer las cosas en el nombre de Dios. Nada me hace
daño, yo puedo evitarlo, soy fuerte en la fe, Dios me ama y está conmigo.
¨ La presunción. Dar testimonio de sí mismo, lo que comúnmente se
llama vanagloriarse. Esta es una de las formas más sutiles para darle vida al
hombre viejo: se hacen las cosas para aparentar, se busca quedar bien para
recibir alabanzas, etc.
¨ El pensar y decir que nuestra fortaleza y sabiduría son el fruto
de nuestra oración estudio y esfuerzos, tal vez sea cierto pero nunca se debe
decir.
¨ El sentirse por encima de todo: todo se sabe; todo se tiene y todo
se puede. Esto va unido a la sensación que no hace falta nada.
¨ El sentirse independiente, aún de Dios. Este fue el pecado de
nuestros primeros padres: querer hacer sus propios planes de vida al margen de
Dios.
Juan el Bautista, el hombre del
desierto, el más grande de los nacidos de mujer y de los profetas del Antiguo
Testamento, era portador de una misión: ser el precursor del Mesías, por lo
tanto, cuando Jesús iniciaba su predicación y algunos de los discípulos de
Juan, se cambiaban al grupo de Jesús...el comprendió que había llegado la hora
de desaparecer, lo comprendió y lo dijo: Es necesario que Yo disminuya para que
el crezca”. (Jn 3, 34) no fueron suficiente sus palabras ni el haberlo comprendido,
tuvo que perder la cabeza para no estorbar al “Cristo de Dios y a su obra
redentora.”.
19. El Método del Espíritu
para llevarnos a la experiencia del ser débiles.
No basta con leer buenas lecturas ni
recibir grandes enseñanzas, como tampoco basta con predicar sobre el tema, no
basta, hace falta algo más, y esto es la acción del espíritu que nos lleva de
la mano al desierto. El profeta Oseas nos habla de esta experiencia y el fin de
la misma: nuestra purificación.
“Me la llevaré al desierto, le hablaré
al corazón, le mostraré el valle del Akor, le regresaré sus viñas y entonces me
responderá como en su juventud” (Os. 2, 16ss). El desierto hace referencia al
triunfo de la misericordia de Dios sobre la rebeldía y dureza del corazón de su
pueblo. Dios siempre habla al corazón, no solo para decirnos su voluntad sino
también para mostrarnos nuestras fortalezas y nuestras debilidades. El valle
del Akor era un basurero que se encontraba fuera de Jerusalén. En referencia a
nosotros son nuestros pecados, desordenes y vacíos.
Cuando no lo entendemos por la vía del
amor, el Señor permite que seamos tocados por la mano del Adversario, y solo
tocados sino también humillados. Cuando se cae, cuando se pierde una pelea;
cuando besamos el piso y tragamos el polvo de nuestra pecaminosidad, es
entonces el mejor momento para reconocer que no somos lo que decíamos de
nosotros mismos. Esta acción pude repetirse las veces que hagan falta, hasta
que lleguemos a tomar conciencia de aquello que dice el apóstol: “Que tenemos
que no lo hayamos recibido de Dios”. (1 Cor. 4, 7).
Decimos que tenemos caridad, castidad y
otras virtudes, eso solo se podrá comprobará después haber regresado de la
prueba. Pedro presumía de amar mucho a Cristo, pero después de haberlo negado
tres veces se dio cuenta que era fanfarrón. El mismo Maestro le había avisado:
“Simón, Simón, Satanás ha pedido permiso para sacudirte como si fueras hoja de
trigo, pero yo he orado por ti, cuando hayas vuelto, ve y confirma a tus
hermanos en la fe”. (cf Lc. 22, 31) No hay duda solo la experiencia de nuestra
propia miseria nos hará sabernos débiles y necesitados de ayuda.
Cuando las caídas se repiten,
haciéndose un hábito vicioso, nos damos cuenta que basta con saber que somos
débiles...hagamos un alto, meditemos nuestra vida y volvamos a las fuentes del
primer amor. San Juan el Apocalipsis nos lo confirma: “Conozco tu conducta, se
todo lo que haces...pero tengo algo contra ti, que has perdido tu primer amor.
(cf. Apoc. 2, 2-4).
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