4. La devoción al Niño Jesús y el
culto a Dios.
Objetivo: Iluminar a los devotos para que se entienda la
armonía que debe existir entre la devoción y el culto existencial y
sacramental, entre anuncio culto y virtudes cristianas, para fomentar una vida
auténticamente cristiana.
Iluminación: “Que vuestra caridad sea sin fingimiento.
Aborrezcan el mal y amen apasionadamente el bien (Rom 12, 9). “Señor cuando te
vimos hambriento te dimos de comer; o
sediento y te dimos de beber? (Mt 25, 37)
1.
Anuncio, culto y moral.
·
La
fe de la Iglesia. La Iglesia celebra la fe en cada uno de sus Sacramentos,
especialmente cuando celebra la Eucaristía. Recordemos que por nuestro Bautismo
participamos del Triple Ministerio de Cristo. Él nos hace partícipes Sacerdocio
Ministerial que existe para darle vida al Sacerdocio Común o Real de los
fieles. Así, todo cristiano está llamado a ofrecer a Dios un culto espiritual,
santo y agradable a Él (cf Rm 12, 1) Se trata de un culto, no sólo sacramental,
sino existencial, abarca toda la vida del creyente y toda circunstancia en la
que se realiza.
·
Se
trata también de abrazar la voluntad de Dios, manifestada en su Palabra y en
sus Mandamientos, y ponerla en práctica. Cada vez que el cristiano hace el bien
o renuncia al mal por amor a Cristo, está viviendo el sacerdocio real o común
de los fieles; de la misma manera. Está viviendo su Bautismo: se está haciendo
hijo de Dios. Con su vida está dando gloria a Cristo. Gloria que se derrama
como bendición sobre toda la Iglesia.
·
La
devoción es una ayuda para que los devotos vivan su Bautismo, amando y
sirviendo al Niño Jesús, mediante la práctica de la caridad, las oraciones y la
guarda de los Mandamientos. ¿Quién puede afirmar y asegurar que la devoción al
Niño Jesús sea estéril? Cuando es bien llevada ha producido muchísimas
conversiones y otros frutos espirituales.
2.
En
los grupos de oración dentro de la devoción al niño Jesús.
La
devoción al Divino Niño abre caminos para que los “fieles” vivan el “Sacerdocio
Común.” Vivan su fe en la escucha de la Palabra, en la práctica de las “obras
de Misericordia” en el compartir de sus bienes, mediante la práctica de los
Sacramentos y elevando a Dios oraciones; los devotos, reunidos, tanto, en el
templo como en las casas, tanto, con sentido eclesial como familiar, están
reunidos en Nombre del Señor Jesús. (cf Hech 2, 42ss). Por eso afirmamos que
cuando el “grupo de oración” de los devotos se reúne para escuchar la Palabra y
hacer oraciones, allí se está edificando la Iglesia, de acuerdo a las Palabras
del Señor: “Donde dos o tres se reúnen en mi Nombre, Yo estoy en Medio de
ellos” (Mt 18, 20) Se pide por enfermos, por los pobres, por los encarcelados,
por los migrantes, por la conversión de los pecadores, por las necesidades que
esté pasando la familia o los devotos asistentes, y de manera especial se pide
por los pastores de la Iglesia.
La
oración humilde, agradecida, cálida, perseverante e intercesora, es una
dimensión, es un elemento esencial de toda Pastoral, especialmente, dentro del
“culto espiritual” que es un servicio a Dios y a la Iglesia. En cada reunión el
devoto del Divino Niño pone al servicio de los demás sus dones espirituales,
doctrinales y materiales. Se observa con alegría la práctica de los carismas y
virtudes cristianas. En los grupos se dan cita diversos servicios: Unos animan,
otros exhortan, unos más enseñan y evangelizan, curan a los enfermos, limpian a
los leprosos, fortalecen a los débiles... se comparten alimentos y otros
bienes… En otras palabras están anunciando, celebrando y viviendo su fe, no
sacramentalmente, sino existencialmente; ayudándose mutuamente a crecer como personas y como
hijos de Dios. Esto es “Lavar pies”, es Evangelio, es Reino de Dios. El Niño de
Belén sigue hoy guiando a su Pueblo (cf Is 11, 6) ¿Quién puede afirmar que esta
devoción sea contraria a la Doctrina Social de la Iglesia?
Cada
grupo o comunidad de los devotos del Niño Jesús ha de estar cimentado en tres
columnas, fundamento de la vida espiritual: El Amor, la Verdad y la Vida (cf Jn
14, 6) El Amor echa fuera el odio; la Verdad echa fuera la mentira, y la Vida
echa fuera la muerte. Aparecida nos dice que esto es posible por la acción del
Espíritu Santo. El grupo cuando es auténtico, es un verdadero instrumento para
evangelizar y proclamar el Kerigma. Cuando es bien llevado no hay lugar para
emocionalismos y sentimentalismos, y mucho menos, para ser usado con fines
utilitaristas.
3.
Los
Amigos de la devoción al Niño Jesús.
Desde
épocas muy remotas encontramos en la historia de la Iglesia grandes Amigos, no
sólo de la “devoción”, sino del mismo Niño Dios. Amigos para la Biblia son
aquellos que han sido justificados y abrazan con amor las palabras de Jesús.
Las escuchan con alegría, las guardan en sus corazones y las ponen en práctica
(cf Lc 8, 27; 11, 21) Jesús nos da claridad sobre la amistad cristiana:
“Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les digo” (Jn 15, 15) ¿Quién puede
negar la calidad de los siguientes amigos del Divino Niño?
·
San
Francisco de Asís. El humilde y pobre Francisco de Asís con un corazón
apasionado por la “ternura” de Dios, con el deseo sincero y profundo de vivir
el Evangelio y seguir a Jesús hasta las últimas consecuencias y en las situaciones
más difíciles, se inclinó por amar con su “corazón de niño” al “Divino Niño
Jesús” y para que muchos recordaran su “nacimiento y su infancia” hizo los
“primeros pesebres” que hoy en cada Navidad podemos admirar en muchísimos
lugares.
·
San
Cayetano. Licenciado en derecho civil y eclesiástico; sacerdote, apóstol
defensor de los pobres, cofundador de órdenes religiosas y gran defensor de la
Iglesia y de su Doctrina Católica en los tiempos anteriores al Concilio de
Trento, es sin duda uno de los más grandes amigos del Niño Jesús. San Cayetano
manifestó un profundo amor a la Iglesia y a los pobres; amor que era alimentado
con un profundísimo amor al Divino Niño Jesús, razón por la que siempre es
representado con una imagen del Niño Jesús en sus brazos lo que nos confirma su
profundo amor al Niño Dios.
·
San
Antonio de Padua. Doctor de la Iglesia con extraordinarios dones intelectuales
y espirituales. Santo que es representado con una imagen del Niño Dios en sus
brazos ya que fue sorprendido arrobado en contemplación del Niño que sostenía
en sus brazos
.
·
Santa
Teresa de Jesús con San Juan de la Cruz son considerados los más grandes
promotores de la devoción al Nino Jesús en la época de la Contra reforma. La
Santa cuando visitaba los conventos del Carmelo acostumbraba dejar una imagen
del Niño Jesús en cada una de sus visitas para que fuera honrada, y como un
medio para propagar la devoción; imagen regalada por ella misma con el deseo
que el Divino Niño fuera conocido y amado, a la vez que consagraba la Orden al cuidado
del Niño de Belén.
·
Santa
Teresita del Niño Jesús. La “Misionera” de la Iglesia; quiso ser su “corazón”; quiso ser el amor, para desde su
convento ser la “Misionera del Amor”. Cuando fue ordenada religiosa quiso
adoptar el nombre de Teresa del Niño Jesús, lo que nos habla del profundo amor
que había en su corazón por el Hijo de Dios.
·
El
Padre Juan Rizzo. A principios del siglo XX comenzó la devoción en Colombia,
primero entre los Carmelitas y después entre los Salesianos. El padre Juan del
Rizzo, salesiano, es el gran promotor de la devoción en Colombia, de donde
luego pasa a otros países de América Latina. El padre del Rizzo dedicó toda su
vida a la propagación de la devoción al Divino Niño, pregonando a todo aquel
que quisiera escucharle los prodigios que Jesús concede a quienes honran su
santa infancia; los milagros eran ante todo: curaciones, trabajo,
reconciliación familiar, y sobre todo muchas conversiones.
·
El
México el apóstol de la devoción ha sido el padre Álvaro Carrillo Lugo desde la
parroquia Santa María de Guadalupe y Cristo Rey en la colonia Pacaptun, Mérida
Yucatán ha salido en viajes misioneros haciendo a muchísimas personas
partícipes del amor al Divino Niño y llevando por todas partes abundantes
bendiciones.
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