¿Por
qué comprometerme?
Objetivo: mostrar la urgente
necesidad de comprometerse con la causa del reino de Dios a favor de los otros,
especialmente de los menos favorecidos, como un camino de realización humana-
cristiana.
La
religión pura e intachable ante Dios Padre es esta: ayudar a los huérfanos y
viudas en sus tribulaciones y conservarse incontaminados del mundo (Snt. 2, 27)
1.
¿Por qué comprometerme? Porque no hay otro camino
auténticamente personal que nos ayude a ser lo que debemos ser. Es el camino
más adecuado para el crecimiento como personas. La persona no está hecha, sino,
haciéndose, y se hace con otros, nadie se realiza sólo. Recordemos las palabras
de la Biblia: “No es bueno que el hombre
esté solo, démosle una ayuda adecuada” (Gn 2, 18). El hombre no fue creado
para vivir en solitario, necesita de una ayuda adecuada, y a la vez, él es, ayuda
adecuada para otros, es don para los demás.
2.
¿Qué es el compromiso?
El
compromiso es la respuesta a una llamada (vocación) que invita a comprometerse
por aquello que se considera “valioso”: “Ven y sígueme, Levy se levantó y lo
siguió” (Mc 2, 14) “Jesús llamó a los
Doce para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar con el poder de
expulsar los demonios” (cfr Mc 3, 13) Pero esta llamada se recibe, no sólo
de Dios, sino también, de otras personas, y nos compromete, también, a favor de
otras más. Toda llamada es vocación… soy llamado hacer algo con otros y a favor
de otros. Toda misión es compromiso. Sólo en comunidad y desde la comunidad
podremos trasformar nuestra realidad de modo realista y fecundo. Solo con otros
y para otros se puede vivir un compromiso personalizante. Es decir que nos
ayude a ser más y mejores personas.
3.
¿Cuáles son los Pasos del compromiso?
El
primer paso es acercarse al necesitado para despertarlo para que se ponga en
condiciones de ayudarse a sí mismo. ¿Quién es el necesitado? ¿dónde se
encuentra? Despertarlo ¿de qué?
·
Despertar
a la persona de la cosificación a la que es sometida por otros o a la que se
somete ella misma. La persona nunca debe ser tratada como un algo, como objeto
o como cosa. De cosa pasa a ser instrumento, después a ser manipulada y luego a
ser desechada.
·
Despertar
a la persona de su aburguesamiento, de su conformismo o de una vida tranquila y
vacía, del individualismo atrofiante.
·
Despertar
a la persona de las formas degradadas de comunidad, sobre todo de la
masificación, del reino de lo impersonal y de lo irresponsable.
·
Despertar
a la persona del individuo en el que se ha disuelto, en la búsqueda del tener,
del placer o del poder; despertar a la persona de una vida más atenta a sus
diversiones o comodidades que a su vocación, centrada en sí y ciega para los
demás: Alcoholismo, drogadicción, etc.
·
Despertar
a la persona del afán de posesión y consumo, despilfarro y de la lógica del
dinero.
El
segundo paso es tratar de restablecer en el otro la conciencia de su dignidad
de persona y el despliegue de la misma mediante el cultivo de los valores. La
persona sólo podrá emerger plenamente y desarrollar todas sus capacidades en
función de su propia vocación, es decir, la identidad más profunda, de lo que
realmente es, y de lo que está llamada a ser cada persona: un ser original,
responsable, libre y capaz de amar, de frente con otras personas a quienes
trata como tales, como seres valiosos en sí.
El
tercer paso es “manos a la obra”. Incorporarse a una “comunidad o grupo de
compromiso” con la enseñanza, ancianos, niños abandonados, mujeres maltratadas,
grupos de adicciones, mejoras vecinales para poner, de manera organizada, al
servicio del bien común, las cualidades o talentos que se poseen. Es el lugar y
el modo de poner en práctica la “promoción humana”, tanto a favor de los que
reciben la ayuda como de los que la ofrecen. Recordemos que el que ama, crece
como persona.
4.
¿Qué entendemos por persona?
Ninguna
persona puede realizarse como tal, sino es abriéndose a las demás personas,
porque son los demás quienes nos enseñan a ser persona. Nadie es
autosuficiente. Cada persona está llamada hacer su propia vida, a construir
libre y voluntariamente lo que ella quiera ser. Persona es la que piensa, elige
y decide lo que ella quiere ser;; ella decide su futuro. Lo puede hacer de modo
libre y racional, descubriendo lo que ella es, y lo hermoso que lleva dentro:
es un valor en sí misma, y, además, llena de potencialidades; por otro lado
puede dejar que sean otros los que piensan y decidan por ella, poniendo en
peligro su realización como persona. En el primer caso es una persona autónoma, en el segundo caso se habla de
una persona heterónoma.
La persona autónoma es la que de modo reflexivo elige
lo mejor para crecer como persona, y de modo que respete su dignidad y la
ajena. Vive siendo original, responsable, libre y es capaz de compromisos
firmes y duraderos. La persona autónoma es aquella que es protagonista de su
propia historia y es la vez capaz de llevar las riendas de su propio destino.
Es creativa, fecunda, eficaz, y tiene dominio propio. No sólo es actor, sino y
esencialmente es autor de su propia existencia.
La persona heterónoma es la que se deja llevar por la
voluntad ajena, o por sus impulsos, o por la voluntad dominante, o por las
normas aprendidas de modo acrítico e
irresponsable. Es irresponsable e incapaz de comprometerse a favor de
otros; busca vivir sin tensiones, no se responsabiliza de nada, ni de sí mismo.
Cuando cumple con ciertas obligaciones es porque le pagan por ellas o para
evitar complicaciones. Su lema: “estando yo bien los demás, allá ellos”.
5.
¿Cómo se realiza la persona?
Como
ser en relación, toda persona está llamada salir de sí misma para ir al
encuentro de su “realidad”; está llamada a hacerse cargo de sí, viviendo de
frente de sí misma, de la circunstancia y de los circunstantes: Ser responsable
desde la creatividad, es decir desde el ejercicio de la propia vocación, desde
las tareas que se desempeñan a favor de los demás; desde la experiencia de
relación con otros: La familia, los
amigos, los compañeros de trabajo, los alumnos, los otros y también con el
Otro, la Trascendencia, Dios.
Digamos que la
persona no está hecha, sino haciéndose, su vida está orientada hacia lo que
todavía no es, pero, que está llamada a ser. Estamos llamados a salir fuera de
nosotros mismos, para desplegarnos, desenvolvernos y realizarnos como personas
poseedoras de unos valores que estamos llamados a realizar en el encuentro con
los demás.
6.
Toda persona es buscadora de valores.
¿Qué buscamos?
¿Dónde buscamos? Buscamos sentirnos bien, agradar a los demás… En el fondo lo
que todo hombre busca es ser feliz; lo que realmente busca es a Dios, y lo hace
sin darse cuenta… veces lo busca en el poder, otras en el placer o en el
tener…La felicidad tan buscada por el hombre no es ajena a él, la lleva en su
interior como un anhelo que desea ser descubierto, liberado y realizado. La felicidad el hombre la encuentra sin
buscarla directamente; cuando se proyecta en la vida y se realiza, la felicidad
aparece por añadidura. La palabra Felicidad viene del latín “felicitas” que
viene de la raíz latina “felix” que significa fertilidad, fecundidad,
fructífero. Digamos sin miedo al error que seremos felices en la medida de
nuestra realización como personas, y ésta sólo podrá ser posible en la medida
del cultivo de nuestras mejores capacidades, cualidades y talentos, cultivo que
sólo será posible en el “encuentro personalizante
con los demás”.
7.
¿Qué busca el compromiso?
No
se busca tener éxitos, como tampoco se busca publicidad, lo que se pretende es,
ser más, y mejores personas, para poder ser más eficaces en el servicio a la familia, a los menos
favorecidos o excluidos de la sociedad. Queremos despertar, y despertar a
otros para juntos comprometernos a vivir como personas que se cultivan y
realizan sólo mediante el encuentro personalizante, compartiendo lo que se
sabe, lo que se tiene y lo que se es.
La
persona solo se despliega desde la toma de conciencia de su vocación y desde el
compromiso con ella. Y la vocación solo se encuentra en un proceso de
interiorización y análisis existencial. Vivir la propia vida es decir “sí” a
esa vocación, que algunas veces comporta el decir “no”, aceptar límites,
rechazar posibilidades, alejarse. Vivir es elegir desde la vocación: afirmo
algunas posibilidades y rechazo otras. El compromiso cuando es auténtico busca:
·
Unificar
la vida, ordenarla y organizarla.
·
Ponerla
en camino de plenitud mediante el cultivo de los valores.
·
Que
la persona sea máximamente fecunda y creativa en el amor, la donación y la
entrega.
8. El término
compromiso.
Todo
compromiso es: cum- pro- missio.
·
Cum es siempre trabajar con otros y a
favor de otros. Nos descentraliza y nos proyecta hacia lo que todavía no somos,
pero que podemos llegar a ser: personas plenas.
·
Pro: a favor de. La apertura a los otros y el ser con los otros culmina en “ser
a favor de otros”, al servicio de otros, en defensa de otros, descentrado en
otros. El compromiso es siempre donación a otro de la propia vida, del propio
tiempo y esfuerzo. Quien no se entrega nunca llega a poseerse.
·
Missio: es envío. Enviado ante el rostro
del otro; enviado para responder a su llamada, para responsabilizarse. Enviado
para darle vida, para liberarlo y para alimentarlo con el pan de la
responsabilidad.
El compromiso es aceptar de manera libre
y consciente, el envío liberador con otros, y a favor de otros. Vivir
comprometidos es vivir amando; es vivir sirviendo, es desvivirse por un algo o
por un alguien. El amor auténtico es efectivo, se concreta en una serie de
actos personales: amores son acciones y no lindas palabras:
·
Salir de sí para hacerse disponible e ir al
encuentro del otro.
·
Comprender al otro, ponerse en su punto de vista.
·
Tomar al otro sobre sí, llorar, reír y sufrir con él.
Cargar con sus debilidades.
·
Darse al otro, con generosidad, con gratuidad, sin
medida, sin cálculo.
·
Ser fiel al otro y confiar en él, nunca
desesperar de él.
9.
¿Cuál es el fundamento del
compromiso?
Tres son las columnas
que sostienen y dan consistencia al compromiso: la verdad, la libertad, la bondad
(EF 5, 9). Hay libertad donde hay verdad, y ésta es inseparable del amor, y
éste nos lleva de la mano a la práctica de la justicia, ésta desemboca en la
paz, en la armonía interior y exterior. Las personas se comprometen en la
medida que se sientan responsables; es decir, en la medida que sean libres y
que amen. Amor y libertad son la fuerza del compromiso a favor de otras
personas. Lo anterior me lleva a decir que el compromiso exige cierto grado de
madurez humana; madurez que queda manifiesta en los valores del compartir, de la dignidad de la persona,
de la solidaridad humana y del servicio voluntario y desinteresado.
10.
El compromiso y el encuentro con
otros.
El encuentro es
personalizante: Nos hace más y mejores personas: más amables, más generosas y más serviciales (Gál 5, 22).
El compromiso nos hace ser responsables de
uno mismo y de otros, de su promoción, educación, curación y cuidado,
poniéndose a su servicio, es así, diaconía
responsable (Mt 20, 28):
servicio al otro, que responde a su presencia menesterosa. Poner la vida al
servicio de otros trae consigo como consecuencia el propio crecimiento. Es vía
necesaria para crecer como personas.
El compromiso se realiza en el
encuentro con otras personas, por lo mismo ha de ser personalizante, está al servicio de las personas y de su
vocación. Tiene como fin poner a cada uno en estado de poder vivir como lo que es:
persona, un fin en sí, un valor en sí misma. Que nadie se sienta
autosuficiente: todos necesitamos de los demás y los demás necesitan de
nosotros.
11.
¿Comprometerse? ¿Hasta cuándo?
La
actitud del compromiso debe durar hasta el último día de la vida. La vida es
don y tarea, tiene sentido, es un valor, descúbrelo y comprométete con él. La
vida de la persona aún en las circunstancias más terribles y más dolorosas,
siempre tiene un sentido, “un para qué” que ayude a descubrir el horizonte de la
vida, hacia el que orienta su crecimiento, para que llegue a ser una plenitud.
Es lo que la persona está llamada ser una plenitud. “Llega
a ser quien eres” (Píndaro).
No seas conformista, aprende a “dar
de sí”. Ser persona es querer siempre ir a más. Busca tu plenitud de la que
dependerá tu felicidad, y ésta aparecerá en tu vida en la medida que camines
hacia tu meta; la felicidad no se busca directamente; no esperes que te llegue
sin hacer nada, lo único que verás llegar es el ataúd para tu propio entierro.
12.
¿Con quién comprometerse? El
compromiso es con las personas y a favor de las personas, buscando
ayudar a que realicen su plenitud personal. Todo lo demás está supeditado a
esto. Los lugares preferentes del compromiso son la familia, los amigos, la
escuela, los compañeros de trabajo, los grupos marginados socialmente,
ancianos, adictos, inmigrantes, viudas, huérfanos, etc. Grupos que orientan a lo
público: sindicatos, partidos políticos o cualquier tipo de vida comunitaria.
13.
Los niveles del compromiso. Todo compromiso con las personas
si quiere ser trasformar y ser eficaz, ha de realizarse en cuatro niveles:
·
Nivel uno: desde el lugar del pobre. El rostro
del pobre es el que me desinstala y me espolea para adquirir un compromiso. Con
su presencia me conduce hacia el campo de los valores éticos. El pobre invita
con su presencia a ser solidarios, llama a descentralizarse a su favor.
·
Nivel dos: desde la realidad. Es necesario
conocer la realidad, no se puede improvisar. Hace falta formarse y formarse de
modo permanente para conocer las causas de la pobreza y de la miseria en la que
se haya sumergida tanta gente. El instrumento para conocer la realidad es el
estudio.
·
Nivel tres: presencia social. No basta con
contemplar el mundo, es necesario transformarlo, cambiarlo. Y no hay
transformación sin presencia pública. El primer lugar es la familia, el lugar
de trabajo, el barrio, la sociedad, en lo político, educativo; comprometiéndose
en una organización u otra, teniendo siempre presente la dignidad de la
persona.
·
Nivel cuatro: la comunidad. El compromiso será
siempre respuesta a una llamada; a la llamada de lo valioso. Llamada que se
recibe de otras personas y nos compromete con otras personas. Sólo con otros y
a favor de otros se puede vivir un compromiso personalizante.
·
Nivel 0: desde el silencio. Toda acción ha
de surgir de la abundancia de silencio y reflexión para no caer en el
activismo. Es el silencio donde la persona se encuentra y se recupera así
misma. Y es la vez, el silencio, desde donde la persona, se abre a Dios y al
compromiso con los demás.
Conclusión: Comprometerse es hacerse responsable
para vivir de frente a sí mismo y de frente a los demás. Comprometerse exige
ser libres. Libres de todo condicionamiento, tanto interior como exterior.
Libres para amar, servir, buscar aquello que da sentido a la vida y realizarlo.
Comprometerse es el camino para desplegar todas nuestras capacidades, tanto las
naturales, como las adquiridas y las que recibimos a lo largo de la vida: las
otras personas: padres, hermanos, esposas o esposos, hijos, amigos, etc.
potencialidades con matices estrictamente personales. Por eso es el camino para
hacerse persona, con otros y a favor de otros, es el compromiso.
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