LA REVELACIÓN DE DIOS
(3er
tema)
1.- La Revelación.
El
hombre nacido de una raza pecadora, no sabe siquiera exactamente lo que Dios
quiere de él. Por esta razón Dios desde el comienzo de la historia se ha
revelado a los hombres por medio de muchas maneras, pero siempre para ir
preparando y dar a conocer su deseo de salvación para todos los hombres. Así
podemos ver que el Antiguo Testamento se reveló en primer lugar a Abraham,
Moisés y luego a los profetas.
En
los últimos tiempos Dios se comunica a los hombres por medio de Jesucristo, su
Hijo, plenitud de la Revelación del Padre. (Heb 11,1).
Con
el nacimiento de Jesús, Dios se revela, se manifiesta y se comunica con toda la
humanidad, Jesús es destinado a todos los hombres. La revelación de Dios, no obstante
estar destinada a todos, no todos la ven, la razón es que no todos tienen el
corazón disponible para ello.
Hoy
al igual que hace dos mil años, cuando Jesús nacía en el pesebre de Belén, los
mensajeros de Dios fueron los encargados de comunicar a los hombres el
“Acontecimiento más grande de todos los tiempos”: Ellos, los mensajeros no
fueron enviados a todos para revelar el Nacimiento. Hoy al igual que entonces,
Dios no a todos permite ver su Revelación, no porque él no quiera, sino por la
negativa de los hombres y el endurecimiento de sus corazones.
2.- LOS QUE NO VIERON LA REVELACIÓN
DE DIOS.
Existe
un grupo de personas que tienen unas notas especiales a quienes podemos afirmar
no se les comunicó la noticia del Nacimientos:
a) Los Sumos sacerdotes.
Sería
porque estaban muy ocupados en los asuntos del Templo o en leer las Sagradas
Escrituras, pero lo cierto es que cuando los Reyes Magos llegan con ellos
preguntando dónde podían encontrar al Rey de los judíos que acaba de nacer,
sencillamente, aún sabiendo que nacería en Belén de Judá y que era el tiempo
marcado por las Escrituras (MT 2,4) ni siquiera se preocuparon por ir a investigar.
Los sacerdotes del Templo de Jerusalén, no vieron la Revelación de Dios.
b) Los gobernantes o poderosos del
momento.
Al
Cesar de Roma, que dominaba en Israel en ese momento, a sus gobernantes, a sus
oficiales y soldados tampoco se les envió un mensajero para darles a conocer lo
que estaba pasando en el pesebre de Belén. Tal vez estaban muy ocupados en
adquirir poder político sobre los pueblos y sobre las personas.
A
pesar de que no se les envió mensajero, con la visita de los Reyes Magos se
sintieron molestos e incómodos al oír hablar del nacimiento de un nuevo rey (Mt
2,3 ) y mirando sus intereses amenazados por la noticia, Herodes desató una
sangrienta persecución contra todos los menores de dos años. Persecución que es conocida como la masacre
de los Niños Inocentes.
c) Los comerciantes o mercaderes de
dinero.
Tampoco
a este grupo se les dio a conocer el Nacimiento del Hijo de Dios. No se les
mandó un ángel. Tal vez estaban muy ocupados en contar sus ganancias. Su gran
interés era el de acumular mercancías y construir monopolios de dinero. El
dinero es el peor enemigo de la salvación, por lo tanto es la barrera más
gruesa que impide ver la Revelación de Dios.
d) Los traficantes de carne humana.
Dentro
de estos grupos se encuentran también los traficantes de carne humana son
aquellos que venden o compran a la mujer por dinero para saciar sus instintos
de placer o de riqueza. A ellos se unen los dueños de prostíbulos, cantinas,
lugares donde se denigra la dignidad humana y se comercializa con el dinero de
los pobres. Los buscadores de placeres, diversiones, orgías, alcoholismo,
prostitución, etc. Personas que hoy como ayer, no tienen tiempo para sí mismos
o para sus familias, tan solo piensan en divertirse. San Pablo nos dice: “Vivamos con decoro, como en
pleno día: nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos;
nada de rivalidades y envidias” (Rom 13, 13).
3.- LOS QUE SÍ VIERON LA REVELACIÓN
DE DIOS.
Los
que vieron la manifestación de Dios eran personas que pertenecían al pequeño
resto, al resto fiel: grupo que esperaba una liberación espiritual que sólo
podía venir de Dios y nunca de los poderosos de la tierra. Había también entre
ellas personas de poco o nada de conocimientos religiosas como los pastores
pero que a su vez anhelaban una liberación que llegaría con la venida del
Mesías Jesús. Entre ellos destacan:
a) José, el prometido de María (Mt
1, 18-21)
José
incomodo por el embarazo de su prometida en el cual él no tenía que ver nada,
no quiso ponerla en evidencia, para que no fuera apedreada según las leyes
judías, decidió repudiarla en secreto. (Mt 1,19). Así lo tenía planeado cuando
el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no
temas tomar por esposa a María tu mujer porque lo engendrado en ella es la obra
del Espíritu Santo”.
Dios
mandó a su Ángel a ayudar a José en su duda que lo atormentaba, le reveló el
gran secreto y le dio autoridad sobre el Niño que nacería de María, y todo
porque él, era justo a los ojos de Dios. Ser justo en sentido bíblico significa
estar lleno de virtud (Vigor para hacer el bien), ser virtuoso es ser capaz de
hacer el bien.
b) Los Pastores de Belén. (Lc 2,
8-13)
San
Lucas el evangelista de los pobres pone como primeros destinatarios a los
pastores de Belén. Los pastores eran hombres sencillos despreciados por la
clase religiosa y por la sociedad por ser considerados impuros y sin cultura
alguna. Hombres acostumbrados a soportar las inclemencias del tiempo y dormir a
la intemperie (entiéndase esto por los atropellos de la gente), fueron los
elegidos para recibir la alegre noticia: “No temáis pues os anuncio una gran
alegría, que lo será para todo el pueblo: Os ha nacido hoy en la ciudad de
David, un salvador, que es el Cristo” (Mesías, Ungido).
Los
pastores fueron y encontraron al niño tal como se les había dicho: “Envuelto en pañales y acostado en un
pesebre”.
La señal que se les dio: pañales y
pesebre. Nada portentoso, nada de lujos, nada de
poderío, ni económico ni militar, sino envuelto en la sencillez de los pobres
de Yahveh. Los pastores creyeron en la señal de Dios y se volvieron
glorificando y alabando a Dios por lo que habían visto y oído. (Lc 2,20)
c) Los Reyes Magos de Oriente (Mt
2,1ss).
El
relato de los Reyes Magos se encuentra en el Evangelio de Mateo, que escribió
su Evangelio para cristianos convertidos del judaísmo a quienes les presenta
una salvación para los paganos. Salvación para todos los hombres y no sólo para
los judíos.
Los
Reyes Magos representan a los pueblos paganos de los confines lejanos de la
tierra, son sabios atraídos por la Luz del Niño de Belén que dejan sus palacios
para rendir sus tributos a Cristo, el Señor. Conducidos por la “estrella de Belén,
estrella que se mira de noche y se mira de día, aparece y desaparece, avanza y
se detiene…
d) El Anciano Simeón y la Profetiza
Ana. (Lc 25,35).
Pertenecientes
al pequeño resto de los Pobres de Yahveh. Simeón, hombre justo y piadoso que
esperaba la consolación de Israel; hombre lleno del Espíritu Santo que al tomar
el niño en sus brazos exclama y declara quien es el Niño: La Salvación de Dios
y la misión que trae: ser Luz para los gentiles, iluminar a los que estamos en
tinieblas, el que descubre las intenciones de los corazones torcidos y
perversos y frente a quien los hombres se han de declarar a favor o en contra
(Lc 2,35).
Ana
la profetiza, anciana y viuda que se gastó sirviendo al Señor en el templo con
ayuno, oraciones y otros servicios, al igual que Simeón esperaba la “Esperanza
Mesiánica”. Fueron muchas las personas que escucharon su testimonio gozoso por
las maravillas que se decían de aquel Niño
4.- APLICACIÓN PERSONAL.
·
Salir de la rutina evangélica. Nos
hemos acostumbrado a escuchar la Palabra de Dios que ya no nos dice nada, como
tampoco nos dicen nada los sacramentos. Nos hace falta una nueva efusión del
Espíritu Santo que nos haga volver al amor del principio.
·
Remover obstáculos. ¿Qué es lo que
nos puede estar impidiendo ver la Revelación de Dios? Des-amor, des-unión,
rutina en las cosas de Dios, etc.
·
Preguntarnos en cuál de los grupos
anteriores nos podemos situar. Si nos encontramos en el grupo de los buscadores
de poder, prestigio o fama, diversiones, placeres, dinero, etc. O por el
contrario nos podemos situar entre los pobres de Yahveh.
·
Buscar el rostro de Dios en los más
necesitados, especialmente, en aquellos que no son de nuestro agrado, también
en ellos se nos revela Dios.
·
Busquemos la limpieza y purificación
de nuestro corazón ayudándonos con la Gracia de Dios y nuestros esfuerzos para que
nuestro culto sea grato y agradable a Dios. (Rom 12, 1)
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