Mons. Carlos Talavera Ramírez
PEDRO ¿ME
AMAS?,
A P A C I E N
T A M I S
O V E J A S
M E X I C O
1.- La AUTORIDAD de Pedro.
Cuando el Señor elige a Pedro le dice:
“Tú eres Pedro, y sobre esta piedra, edificaré mi Iglesia… Te daré las llaves del Reino de los cielos; lo que Tú
ates en éste mundo, también quedará atado en el cielo, y lo que Tú desates en
éste mundo, también quedará desatado en el cielo (Mt.16.18-19; Jn. 21.15-17).
El Señor lo constituye en AUTORIDAD; y
a partir de esa AUTORIDAD dada por Cristo Jesús, los demás Apóstoles y sus
sucesores, los Obispos, tienen la AUTORIDAD en la Iglesia. Partiendo de esa
AUTORIDAD vienen las demás AUTORIDADES (sacerdotes, diáconos, etc.)
participantes de la Iglesia.
A.-La AUTORIDAD en el MUNDO
y en la IGLESIA.
Cuando Jesús habla de AUTORIDAD en la Iglesia,
habla de una AUTORIDAD muy distinta a la que conocemos en el mundo. El
especifica muy bien: “Ustedes saben que los que son considerados como jefes,
las gobiernan como si fueran sus dueños; y los poderosos las oprimen con su
poder. Pero entre ustedes no ha de ser así ( Mc. 10. 42-43).
En la Iglesia todo es distinto al mudo;
nadie entra a la fuerza, ni nadie permanece a fuerza; el que quiera salirse o
excomulgarse (no participar más de la comunión) se sale; y no vendrá el Cardenal, el Obispo,
ni el Sacerdote a decir: “No te sales”. Cuando uno quiere, se sale y ya, esta
es una acción interna y libre; en el Estado sí se puede impedir que las
personas salgan del país.
Por lo tanto, en la Iglesia nunca tenemos
que soportar la imposición sobre nosotros; ni mucho menos podemos ejercerla
nosotros sobre los demás:
“No tiranizando a los que os ha tocado
cuidar, sino siendo modelos de la grey” (1 Pe. 5,3).
Por el contrario, supliquémosle al Señor,
que nos libre de toda soberbia y de la abominable presunción de ser superiores
a nuestros hermanos, o de querer tiranizarlos abusando de la potestad que sobre
ellos hemos recibido del divino Sirviente:
“Porque, ¿quién es mayor, el que está a
la mesa o el que sirve? ¿No es el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de
vosotros como el que sirve” (Lc. 22-27).
B.- LA AUTORIDAD ES SERVICIO
La AUTORIDAD en la Iglesia es SERVICIO:
“Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser
grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero
entre vosotros, será esclavo de todos, que tampoco el Hijo del hombre ha venido
a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos” (Mc.
10.43-45).
Es muy fácil portarse mundanamente y
llegar a decir: “aquí mando yo”. Parece que a veces no queremos que nada ni
nadie se mueva si no lo ordenamos nosotros. Esto NO ES una actitud de SERVICIO.
Pero ésta sí es la actual realidad de muchos en la manera de “Servir” en la
Iglesia; y sucede cada vez que alguno va tomando un puesto de SERVICIO más
alto.
Particularmente lo noté hace cuatro años,
cuando me nombraron Obispo, y, me pasó
la idea, de que siendo Obispo, iba a estar más libre, más desocupado, pero no
fue así; porque cuando se SIRVE a más personas, son más las personas que mandan
a uno. Antes me mandaban los de mi comunidad, serían unas 300 ó 400 personas, y
éstas ya son muchas; pero no tantas como ahora, me gobiernan dos millones y
medio, entonces yo no puedo DECIR ni HACER lo que se me antoje; pues sí lo
hiciera no haría la voluntad de DIOS. O quizá sí puedo hacer lo que quiera,
pero el día que hiciera esto, no tendría AUTORIDAD, porque perdería el valor
del SERVICIO. Dejar de dar SERVICIO, es
destruir lo que Dios ha puesto en mí; la capacidad de dar a los demás:
“Durante la cena, cuando ya el diablo
había puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de
entregarle, sabiendo que el Padre le había puesto todo en sus manos y que había
salido de Dios y a Dios volvía, se levanta de la mesa, se quita sus vestidos, y
tomando una toalla, se ciñó. Luego echa agua en un lebrillo y se puso a lavar
los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido.
Llega a Simón Pedro: éste le dice: “Señor,
¿tú lavarme a mí los pies?” Jesús le respondió: “Lo que yo hago, tú no lo
entiendes ahora: lo comprenderás más tarde”. Le dice Pedro: “No me lavarás los
pies jamás”. Jesús le respondió: “Si no te lavo, no tienes parte conmigo”. Le
dice Simón Pedro: “Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la cabeza”.
Jesús le dice: “El que se ha bañado no necesita lavarse; está del todo limpio.
Y vosotros estáis limpios, aunque no todos. Sabía quién le iba a entregar, y
por eso dijo: “No estáis limpios todos”.
Después que les lavó los pies, tomó sus
vestidos, volvió a la mesa, y les dijo: “¿Comprendéis lo que he hecho con
vosotros? Vosotros me llamáis ‘el Maestro’ y ‘el Señor’, y decís bien, porque
lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros
también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para
que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros”. (Jn. 13. 2-15).
“En todo os he enseñado que es así,
trabajando, como se debe socorrer a los débiles y que hay que tener presentes
las palabras del Señor Jesús, que dijo: Mayor felicidad hay en dar que en
recibir” (Hech. 20.35).
El SERVICIO en la Iglesia se realiza con
Libertad. Todo lo que se realiza en la Iglesia es con la libre voluntad del que
quiere estar en ella. Y por lo tanto, el SERVICIO también se lleva a cabo de
esta manera:
“Apacentad la grey de Dios que os está encomendada,
vigilando, no forzados, sino voluntariamente, según Dios; no por mezquino afán
de ganancia, sino de corazón” (1 Pe. 5.2).
C.- La AUTORIDAD ES
RESPONSABILIDAD
Pedro no nació siendo San Pedro ¡no!, era
un Simón cualquiera, con muchos defectos, que se sentía el “gran” judío, que
mandaba en todo y a todos, que en el momento en que Jesús comenzó a manifestar
a sus discípulos que El debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los
ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitado al
tercer día. Tomándole aparte a Pedro, se puso a reprenderle diciendo: “¡Lejos
de Tí, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!” (Mt. 16.21-22).
Pedro, se sintió capaz de reprender al
Señor y decirle: “Tú camino es éste, no el que Tú crees”.”No Señor, nada de
Pasión. ¿Qué es eso?” ¡Pedro se sintió capaz de hablarle al Señor con
AUTORIDAD! pero… ¿Cuál AUTORIDAD? Así era Pedro.
¿Entendemos ahora qué cosa es la AUTORIDAD
en la Iglesia? ¿Qué significa?
Significa: SERVICIO con RESPONSABILIDAD:
Ejem: Si yo como Obispo no
cuido de que el Pueblo de Dios tenga su alimento espiritual adecuado ¿A quién
voy a culpar como responsable? A mí mismo. Yo soy el culpable, no hay otro.
Y si nosotros permitimos que la gente
tenga un montón de ideas tontas por ahí; y que además se desvíe ¿Quién o
quiénes son los responsables? Ustedes y con ustedes yo también.
D.- MANERA DE EJERCER LA
AUTORIDAD RESPONSABLE.
Una verdadera AUTORIDAD RESPONSABLE, no se
debe ejercer con vara ni con gendarmes o granaderos; se ejerce con PODER. Con
todo el PODER que DIOS nos ha dado. Este PODER de Dios no es el chicote ni la
metralleta; el PODER de Dios es por medio de su Palabra que penetra como espada
de dos filos, que cuestiona el corazón del hombre (Heb. 4, 12-13), para que
libremente diga: “Sí Señor, sí quiero lo que Tú quieras”.
No tenemos AUTORIADA si no somos capaces
de dar la Palabra de Dios con PODER; como arma de dos filos que penetre en el
corazón de nuestros hermanos:
“Toda Escritura es inspirada por Dios y
útil para enseñar, para argüir, para corregir y para educar en la justicia; así
el hombre de Dios se encuentra perfecto y preparado para toda obra buena” (2
Tim. 3.16-17).
Hoy en la mañana; cuando entré en la
Iglesia, del Santuario de Iztapalapa, en misa de 8 A.M.; entré, como debe
entrar un Obispo, bendiciendo a las personas. Pues bien, la primera vez que lo
hice, me decía a mí mismo: “Bueno y porqué lo he de hacer necesariamente
yo" ¿Yo porqué? Es porque debo creer en lo que dice el catecismo (que
todos debemos saber): que la bendición Episcopal es uno de los Sacramentales
que nos libera del pecado venial.
Pues bien, en esto, estoy conciente de que
hay un PODER, ¿mío? No ¡Qué voy a PODER yo! Por lo tanto, hay un PODER que no
es mío; hay también una AUTORIDAD, que no es mía, pero que a la vez es mía.
NO es mía, porque viene de Dios.
SI es mía, porque El la pone en mí y yo la
tengo que ejercer o detener.
Con esto entendemos que al SERVIR ejercemos
lo que recibimos de Dios: su AUTORIDAD, su PODER.
No somos dueños de nuestros hermanos, más
bien somos SERVIDORES de nuestros hermanos.
No les vamos a decir nosotros lo que
tienen que hacer, para llegar a Dios; “solamente” tenemos que dar la Palabra de
Dios, pero concientes de que el Señor es quién los TOCA, les HABLA, les MUEVE y
los lleva a donde El quiere llevarlos.
Ahora bien, ¿tenemos AUTORIDAD, PODER? sí
pero, nada más para decir lo que Dios quiere que digamos con nuestra voz.
Un ejemplo bien claro es San Juan
Bautista:
¿Tenía AUTORIDAD, San Juan Bautista, para
hacer lo que hizo? ¡Claro que sí la tenia! Y sin embargo, ¿Qué es lo que decía?
“Yo SOY la VOZ”. Sólo eso… (Jn. 1.23).
San Agustín hace un comentario precioso:
“El era la voz, pero Jesús era la PALABRA.
Podemos y tenemos que ser VOZ; pero la
VOZ, como tal, no sirve para nada. La PALABRA, con todo lo que significa, con
todo lo que contiene, es la que realiza el CAMBIO.
Siendo así, ¿Tenía AUTORIDAD San Juan
Bautista? SI.
¿El cambiaba los corazones? NO.
Por lo tanto, cuando hablemos de AUTORIDAD
en la Iglesia, no hablemos como de algo nuestro, sino como de algo que tenemos
que hacer, y de lo cual no podemos decir: “Yo soy la fuente”. Somos únicamente
canales, por donde pasa la gracia de Dios.
E.- FIDELIDAD en la
AUTORIDAD.
Jesús compara a sus discípulos con
administradores fieles; Pedro se quedó tan consciente de esto, que después lo
repite en una de sus cartas: “Que cada cual ponga al servicio de los demás las
gracias que ha recibido, como buenos administradores de las diversas gracias de
Dios” (1 Pe. 4.10).
Lo que Jesús quiere de un administrador
(servidor) es que sea FIEL.
Otra manera de decir AUTORIDAD en la
Iglesia es: ser administrador. ¿Tiene AUTORIDAD el administrador? SI. ¿Tiene
AUTORIDAD propia? NO, porque él recibe el cargo, la responsabilidad de hacer la
obra del dueño. El tiene que hacer lo que se le pide, pero lo debe de hacer con
su propia AUTORIDAD, con su propia manera de ser y de entender.
Si nos pusieran a administrar una de las
cosas que otros administran, nosotros lo haríamos de una manera diferente a la
de ellos, porque la haríamos a nuestra manera. Aquí es donde vemos lo precioso
de la AUTORIDAD en la Iglesia: cada uno a su manera, pero haciendo la obra de
Dios.
Es por eso que, cuando entramos en la
Iglesia y realmente vivimos en ella, captamos el sentido de lo relativo: nos
damos cuenta de que “Soy, pero no tanto”. “No soy, pero también, no tanto como
para no ser nada”. La realidad es que Dios es en nosotros.
En la medida en que permitimos que Dios SEA
en nosotros, en esa medida vamos desapareciendo cada vez más nosotros. ¡Bendito
sea Dios por lo que El hace que cada día! Que EL SEA y CREZCA más en nosotros y
nosotros vayamos disminuyendo y desapareciendo. Porque sólo así podremos
ADMINISTRAR la PALABRA de Dios y hacer su OBRA; es así como también nos vamos
dando cuenta de que es su OBRA, su PALABRA y que nosotros sólo somos invitados
a colaborar en ella.
Jesús nos habla bien claro sobre el
administrador:
“¿Quién es, pues, el administrador fiel y
prudente, a quien su amo deja encargado de los de su casa, para darles de comer
a su debido tiempo? Dichoso el siervo a quién su amo, cuando llega, lo
encuentra cumpliendo con su deber. De veras les digo que el amo lo pondrá como
encargado de todos sus bienes. Pero si ese siervo, pensando que su amo va a
tardar en llegar, comienza a maltratar a los otros criados y a las criadas y se
pone a comer, a beber y a emborracharse, el día que menos lo espere y a una
hora que no sabe, llegará su amo y lo castigará, condenándole a correr la misma
suerte que los infieles”.
“EL criado que sabe lo que quiere su amo,
pero no está preparado ni le obedece será castigado con muchos golpes. Pero el
criado que sin saberlo hace cosas que merecen castigo, será castigado con menos
golpes. A quién mucho se le dá, también
se le pedirá mucho; a quién mucho se le confía, se le exigirá mucho más” (Lc.
12.42-48).
Jesús nos dice, que lo que se le pide a un
administrador es que sea fiel. San Pablo, aprendió y por cierto muy bien que
“lo que en fín de cuentas se exige de los administradores es que sean fieles” (1
Cor. 4.1-2).
¿Qué significa fidelidad? Lo sabemos muy
bien. Por ejemplo: ¿Qué se le pide a la persona que se le encarga administrar
los fondos de un negocio? En primer lugar, que realmente dedique al negocio lo
que tiene que dedicar (tiempo, trabajo, dinero) y que no los vaya a disponer
para otra cosa. Esto es FIDELIDAD. Por lo tanto, debemos utilizar lo que Dios
nos ha dado, para lo que El quiere que se utilice y no para otras cosas.
F.- COMPROMISO DEL
ADMINISTRADOR EN LA FIDELIDAD.
Hay algo muy importante que debemos saber:
Nosotros administradores de los misterios de Dios, tenemos que dar su Palabra.
El Papa Juan Pablo II, en Puebla y después en otras visitas, especialmente la
que hizo en Brasil, nos ha hablado muy claramente a los Sacerdotes y nos decía:
Somos Administradores de la Palabra, y por lo tanto, no tenemos derecho de
quitar una palabra y ponerle otra. Ni de lo que agreguemos decir: “es palabra
de Dios”; o decir: “es PALABRA de Dios pero le quitamos algo”:
“Yo advierto a todo el que escuche las
palabras proféticas de este libro: Si alguno añade algo sobre esto, Dios echará
sobre él las plagas que se describen en este libro. Y si alguno quita algo a
las palabras de este libro profético, Dios le quitará su parte en el árbol de
la Vida y en la Ciudad Santa, que se describen en este libro” (Ap. 22.18-19).
Es muy importante cuando se trata de
nosotros, Líderes, Diáconos, Sacerdotes, Obispos, que pasemos fielmente la
PALABRA de Dios, como es y no como se nos figura que es:
“Procura cuidadosamente presentarte ante
Dios como hombre probado, como obrero que no tiene por qué avergonzarse, como
fiel distribuidor de la Palabra de la verdad” (2 Tim. 2,15).
Es necesario que conozcamos muy bien la
PALABRA de Dios, para entregarla fielmente, porque no es nuestra, es de El.
Lo que recibimos de Dios en su Palabra y
en los Sacramentos es VIDA, su VIDA. Por lo tanto, la FIDELIDAD va a
significar:
Recibir la VIDA de DIOS, de sus manos y
ENTREGAR su VIDA, no nuestra vida. ¡Pobres de las personas si les entregamos
nuestra pobre vida!
Tenemos que procurar que la vida de Dios
llegue a los demás entera, no desvirtuada, porque puede suceder que una persona
lleve varios años de vivir desordenadamente (en adulterio), y alguno de
nosotros le dice: “No te preocupes, no tiene importancia”. Esto naturalmente no
es coherente con la Palabra de Dios. Así no se es fiel a la Palabra de Dios.
¡No prediquemos nuestra palabra!
¡No demos nuestra vida!
¡No demos nuestra manera de ver las
cosas!
¡No nuestra opinión! pero…
¡SI lo que Dios quiere dar, a través de
nosotros!
II.- EL PASTOR Y SU
ACTIVIDAD
¿Qué es un Pastor, y qué HACE?
El Pastor es el que en la mañana abre el
redil, saca las ovejas (en el oriente, los pastores van delante), las lleva a
un lugar pastado, con agua; a la hora de calor, a un lugar sombreado; las
descansa y a buena hora las regresa, las mete en el redil, cuida de que estén
completas, llenas y gorditas.
El Pastor cuida de ellas, y está atento
para librarlas de los accidentes que puedan tener a través de la vida. Ejem:
+ Si una ovejita se torció una pata, se la
endereza, le acomoda un palito en ella hasta que sane.
+ Si otra se atoró en las espinas y se
hirió, le pone la venda y la cuida.
+ Cuida también de que las ovejas más
grandes no aplasten a las más pequeñas.
+ El Pastor es el que cuida el rebaño y
pone el orden.
Son muy hermosas las comparaciones que
pone el Señor.
A.- COMO SE PASTOREA.
En realidad lo que acabo de decir es lo
que tenemos que hacer: sacar a las ovejas, llevarlas al alimento y cuidad de
ellas. Pero si, como humanos que somos, el día que nos levantamos de mal humor
y no queremos que nadie nos hable, en vez de sacar a las ovejas, las hechamos
a empujones fuera, ¿ésta será la manera
de Pastorear?.
Jesús es el BUEN PASTOR y El nos dio
ejemplo de cómo se Pastorea:
“En verdad, en verdad os digo: el que no
entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado,
ese es un ladrón y un salteador; pero el que entra por la puerta es pastor de
las ovejas. A este le abre el portero, y las ovejas escuchan su voz; y a sus
ovejas las llama una por una y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las
suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Pero
no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los
extraños”. Jesús les dijo esta parábola, pero ellos no comprendieron lo que les
hablaba.
Entonces Jesús les dijo de nuevo: “En
verdad, en verdad os digo: Yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han
venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero las ovejas no les
escucharon. Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y
saldrá y encontrará pasto. El ladrón no viene más que a robar, matar y
destruir. Yo he venido para que tenga vida y la tenga en abundancia.
Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da
su vida por las ovejas. Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no le
pertenecen las ovejas, ve venir el lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo
hace presa en ellas y las dispersa, porque es asalariado y no le importan nada
las ovejas.
Yo soy el buen Pastor; y conozco mis
ovejas y las mías me conocen a mí, como me conoce el Padre y yo conozco a mi
Padre y doy mi vida por las ovejas.
También tengo otras ovejas, que no son de
este redil; también a ésas las tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá
un solo rebaño, un solo pastor.
Nadie me la quita; yo la doy
voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; esa
es la orden que he recibido de mi Padre” (Jn. 10.1-18).
“Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco
y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las
arrebatará de mi mano. El Padre, que me las ha dado, es más grande que todos, y
nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno” (Jn.
10. 27-30).
En los textos anteriores, Jesús nos enseña
que el PASTOREO se lleva a cabo:
a).- CON AMOR
Jesús es el BUEN PASTOR, El ha dado la vida
por las ovejas (Jn. 10.11); y la ha dado porque las ama. Aquí tenemos una
manera de Pastorear: dar la vida por las ovejas. Este dar la vida por las
ovejas podemos realizarlo tratándolas con todo cariño y con todo cuidado, como
Jesús nos enseña, muriendo a nosotros mismos.
Cuando se responde al llamado de pastorear,
este pastoreo se realiza con AMOR; y cuando decimos AMOR, queremos decir buen
trato, y buen trato no quiere decir apapacho, sino respeto.
b).- CON RESPETO
El amor verdadero exige respeto; si no hay
respeto no hay verdadero amor.
El respeto es el que nos hace tratar a las
personas como personas y esto es indispensable para tratar a las ovejas.
A algunos no les parece la comparación que
hace Jesús de sí mismo como Pastor y de nosotros como ovejas (Jn. 10.14).
¿Porqué? Porque estamos acostumbrados a no hablar de ovejas, sino de borregos.
Estos los distinguimos de las ovejas, porque son animalitos a quienes no se les
tiene respeto. Pero Jesús hace la comparación de ovejas con personas a quienes
El les ha dado su VIDA (Jn. 10.28). Esta es la diferencia.
Por tanto, nunca tratemos a los demás como
borregos, sino, al contrario, con todo el respeto que se merecen como personas.
c).- DANDO ALIMENTO ADECUADO
A veces sí queremos apacentar, pero no nos
esforzamos por dar a las ovejas buen pasto.
Si nosotros tenemos el deber de alimentar a
las ovejas, debemos de ver cómo obtener buen pasto. Para esto es necesario,
sembrar, trabajar y recoger alimento, para cuando llegue el invierno.
No es posible que el Pastor saque las ovejas
nada más a ver que encuentran; no es correcto que cuando llegue el invierno les
diga “ahora no comen, porque ahora no hay”.
Hay ocasiones en que queremos que nuestros
grupos sean apacentados con la Palabra, pero no hay quién lo haga; pensamos en
traer a fulano, sutano, o perengano, en vez de prepararnos para poder
alimentar.
Jesús nos enseña lo contrario: “Si uno entra
por mí, entrará y saldrá y encontrará pasto”. “Yo he venido para que tengan
vida y la tengan en abundancia” (Jn. 10.9-10). Jesús nos da alimento en abundancia
en todo momento.
d.- ESTUDIANDO PARA
ALIMENTAR
Es necesario que tomemos de nuestras 24
horas del día TIEMPO para estudiar. Dios quiere esta decisión. Que estudiemos:
“¡Oh,
cuánto amo tu ley!
Todo
el día es ella mi meditación.
Más
sabio me haces que mis enemigos por tu mandamiento, que por siempre es mío.
Tengo
más prudencia que todos mis maestros, porque mi meditación son tus dictámenes.
Poseo
más cordura que los viejos, porque guardo tus ordenanzas.
Retraigo
mis pasos de toda mala senda para guardar tu palabra.
De
tus juicios no me aparto, porque me instruyes tú.
¡Cuán
dulce al paladar me es tu promesa, más que miel a mi boca!
Por
tus ordenanzas cobro inteligencia, por eso odio toda senda de mentira.
Para
mis pies antorcha es tu palabra, luz para mi sendero”. (Sal. 119. 97-105).
Monseñor Coady, en Canadá, trabaja
principalmente en la acción social, y ahí les hablaba a los pastores diciendo:
“Ustedes pastores y campesinos, salen temprano a trabajar y pasan el día por
allá, pero a las 4 de la tarde regresan; guardan sus ovejas, sus instrumentos
de labranza y a esto le llaman “día”.
A los pescadores les decía: “Ustedes se van
en la noche al mar, ven lo que pueden pescar, pescan, regresan al muelle y allí
venden su pesca a los grandes barcos de las empresas de Estados Unidos, que les
ofrecen cualquier precio; y a esto le llaman “día”. Por eso, agregaba, tienen
la suerte que merecen”: “¿Cómo va a hacerse sabio el que empuña el arado, y se
gloría de tener por lanza el aguijón, el que conduce bueyes, los arrea en sus
trabajos y no sabe hablar más que de novillos?
Aplica su corazón a abrir
surcos, y sus vigilias a cebar terneras.
De igual modo todo obrero o
artesano, que trabaja día y noche; los que graban las efigies de los sellos, y
su afán se centra en variar detalles; ponen todo su corazón en igualar el
modelo y gastan sus vigilias en rematar la obra.
También el herrero sentado
junto al yunque, atento a los trabajos del hierro: el vaho del fuego sus carnes
derrite, en el calor de la fragua se debate, el ruido del martillo le
ensordece, y en el modelo del objeto tiene fijos sus ojos; pone su corazón en
concluir sus obras, y sus vigilias en adornarlas al detalle.
De igual modo el alfarero
sentado a su tarea y dando a la rueda con sus pies, preocupado sin cesar por su
trabajo, toda su actividad concentrada en el número; con su brazo moldea la
arcilla, con sus pies vence su resistencia; pone su corazón en acabar el
barnizado, y gasta sus vigilias en limpiar el horno.
Todos éstos ponen su confianza
en sus manos, y cada uno se muestra sabio en su tarea.
Sin ellos no se construiría
ciudad alguna, ni se podría habitar ni circular por ella.
Mas para el consejo del
pueblo no se le busca, ni se les distingue en la asamblea.
No se sientan en sitial de juez,
ni meditan en la alianza del juicio.
No demuestran instrucción ni
juicio, ni se les encuentra entre los que dicen máximas.
Pero aseguran la creación
eterna, el objeto de su oración son los trabajos de su oficio. (Eco. 38.25-34).
¿Por qué? Porque el hombre es cabeza e
inteligencia, y ésta hay que formarla, hay que estudiar.
Sólo aquél que después de realizar sus
labores toma un libro, se pone junto a una vela (o foco) y dedica dos o tres y
hasta cuatro horas a estudiar, ese hombre es capaz de progresar:
“La sabiduría del escriba se
adquiere en los ratos de sosiego, el que se libera de negocios se hará sabio”
(Eco. 38.24) “… el que aplica su alma a meditar la ley del Altísimo.
La sabiduría de todos los
antiguos rebusca, a las profecías consagra sus ocios, conserva los relatos de
varones célebres, en los repliegues de las parábolas penetra, busca los
secretos de los proverbios y en los enigmas de las parábolas insiste.
En medio de los grandes
ejerce su servicio, ante los jefes aparece; viaja por tierras extranjeras,
adquiere experiencia de lo bueno y lo malo entre los hombres.
Aplica su corazón a ir bien
de mañana donde el Señor su Hacedor; suplica ante el Altísimo, abre su boca en
oración y por sus pecados suplica Si el gran Señor lo quiere, del espíritu de
inteligencia será lleno.
El mismo derramará como
lluvias las palabras de su sabiduría, y en la oración dará gracias al Señor.
Enderezará su consejo y su
ciencia, y en sus misterios ocultos hará meditación.
Mostrará la instrucción
recibida, y en la ley de la alianza del Señor se gloriará.
Muchos elogiarán su
inteligencia, jamás será olvidada.
No desaparecerá su recuerdo,
su nombre vivirá de generación en generación.
Su sabiduría comentarán las
naciones, su elogio, lo publicará la asamblea.
Mientras viva, su nombre
dejará atrás a mil, y cuando descanse, él le bastará. (Eco. 39.1-11). “más se
complace en la Ley de Yahveh, su ley susurra día y noche” (Sal. 1.2).
Es necesario poner todo nuestro esfuerzo;
todo nuestro empeño por ESTUDIAR. Porque no es posible que los Obispos o los
Sacerdotes, estemos todo el día y todos los días con ustedes.
En algunos lugares hay muchas dificultades
para tener un Sacerdote (en otros ni siquiera los hay). Es por eso que tenemos
la necesidad de ESTUDIAR, para adquirir sabiduría y así poder DAR alimento
adecuado a las ovejas:
“Radiante e inmarcesible es
la Sabiduría.
Fácilmente la contemplan los
que la aman y la encuentran los que la buscan.
Se anticipa a darse a
conocer a los que la anhelan.
Quien madrugue para
buscarla, no se fatigará, que a su puerta la encontrará sentada.
Pensar en ella es la
perfección de la prudencia, y quien por ella se desvele, pronto se verá sin
cuidados.
Pues ella misma va por todas
partes buscando a los que son dignos de ella; se les muestra benévola en los
caminos y les sale al encuentro en todo sus pensamientos.
Pues su comienzo es el deseo
más verdadero de instrucción, la preocupación por la instrucción es el amor”,
(Sab. 6,12-17).
Si ustedes no sienten la necesidad de
estudiar, es que no están sintiendo la necesidad de ser Líderes que sirvan.
e).- DEFENDIENDO A LAS
OVEJAS (Jn. 10.11-13, 28-28)
Cuando estudiamos, conocemos la Palabra de
Dios, sabemos su voluntad y de esta manera, podemos salir a defender a las
ovejas de los lobos; éstos no van a llegar diciendo: “Aquí viene un lobo,
cuidense”. No, éstos llegan en forma de ovejas:
“Guardaos de los falsos profetas, que
vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces”
(Mt. 7.15).
Esto en la actualidad se está viendo, por
ejemplo en algunos que se presentan como los “grandes cristianos”; pero en la
realidad son los que más odian a los cristianos.
Y nosotros ¿qué hacemos por las ovejas?
Pues bien, cuando conocemos la Palabra de Dios y su voluntad (como ya vimos),
es entonces cuando realmente podemos poner el orden adecuado, y decir también a
las ovejas fuertes que sirvan a las más débiles.
B.- FINALIDAD DEL PASTOREO
¿Por qué o para qué Pastorear? Hay gente
que no sabe por qué o para qué hace las cosas y son como los animalitos; jalan
el arado y no saben para qué.
Es necesario saber por qué o para qué se
hacen las cosas, pues cuando sabemos, por qué y para qué, tratamos de hacerlas
mejor. Por ejemplo: Si sabemos que un polvito color naranja es para hacer un
refresco que requiere de cierta cantidad, entonces, lo haremos con esa
cantidad, porque sabemos para qué es. En cambio si no sabemos, podemos echarle
más o menos y por lo tanto, las cosas no salen bien y nos conformamos con un
“ahí se va”. En el pastoreo, nunca
debemos decir “ahí se va”; porque esa expresión propicia la muerte espiritual
de la gente a la vida de Dios.
El Señor nos llama a usar nuestra
inteligencia y saber para qué hacemos las cosas. Cuando sabemos para qué
hacemos las cosas, entonces podemos hacerlas bien. Pues bien, el PASTOREO es
para:
a).- DAR VIDA EN ABUNDANCIA
Toda acción del Pastor, o acción pastoral,
debe ser para que las ovejas tengan vida, y vida en abundancia (Jn. 10.10).
Entonces si alguien persigue otros fines al
pastorear, es mejor que se retire. El que realmente quiera hacer la voluntad de
Dios, debe buscar que la gente tenga VIDA Y VIDA en abundancia; VIDA de Dios.
1.--- No tenemos que
aprender mucho, para saber mucho; sino aprender para dar VIDA, para que la gente
tenga VIDA.
2.--- No se trata de tener
un carácter fuerte y enérgico, para imponer; más bien, de tener fuerza (PODER)
necesario para que las personas tengan VIDA.
3.--- No vamos a amar por
amar; sino amar para dar VIDA.
4.--- No hay que
sacrificarse por sacrificarse; más bien, hay que sacrificarnos para que otros
tengan VIDA.
Para esto, es necesario estar atentos
para ver cómo va la VIDA de Dios en nosotros, y cómo va en los demás.
b).- DAR GLORIA A DIOS
Si al tratar de darles vida a los
hermanos, no nos mueve el propósito, único, de darle gloria a Dios, vana es
nuestra acción Pastoral. Es por eso que, al recibir la VIDA de Dios, debemos
darla con la AUTORIDAD de DIOS; pero sólo para su GLORIA.
Ahora bien, ¿qué es VIVIR la VIDA de
DIOS? Vivir la VIDA de Dios es:
1.--- Vivir la VIDA de hijos
del Padre.
2.--- Vivir la VIDA de
hermanos de JESUS; ser uno con EL.
3.--- Vivir una VIDA llena
de Espíritu Santo.
Por lo tanto, tenemos que estar atentos y
con la ayuda de Dios ver:
1.--- ¿Qué tanto son y soy
hijo de Dios?
2.--- ¿Qué tan unidos están
y estoy con Jesús, y entre ellos, y yo con ellos?
3.--- ¿Qué tan llenos están
y estoy de Espíritu Santo?
Es necesario que continuamente nos
hagamos estas preguntas. De esta manera viviremos en una contínua comunión con
Dios, y quien tiene comunión con Dios, tiene comunión con los hermanos.
1.--- Yo no les puedo decir
que tan hijos son del Padre. Pero sí puedo ver cómo están con sus hermanos. Si
están o estamos de pleito con nuestros hermanos, yo no les puedo decir que son,
o que somos hijos de Dios, porque no vivimos como tales.
2.--- Si me dicen ustedes:
“Estamos llenos de Espíritu Santo” pero su corazón tiene rencor, les podré
decir: “No es verdad, porque donde habita el Espíritu Santo, no hay rencores”.
3.--- O sí me dicen ustedes:
“Nosotros alabamos mucho al Señor” pero si a la hora de alabar, observo que ven
con ojos de ira a otros, les diré: “No es cierto que realmente estén alabando a
Dios, así no es posible”:
“Aunque hablara las lenguas de los
hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como bronce que suena o
címbalo que retiñe. Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los
misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar
montañas, si no tengo caridad, nada soy. Aunque repartiera todos mis bienes, y
entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada me aprovecha.
La caridad es paciente, es servicial; la
caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca
su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la
injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo
espera. Todo lo soporta” (1 Cor. 13.1-7).
La realidad del Pastoreo se capta con
hechos. “Por sus frutos los conoceréis” (Mt. 7,16).
c).- FOMENTAR LA UNIDAD
Debemos buscar que la vida de Dios se
concretice en una COMUNION cada vez más perfecta con el Padre y el Hijo y el
Espíritu Santo. El Pastor debe procurar siempre la UNIDAD:
“Para que todos sean uno.
Como tú, Padre, en mí y yo
en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me
has enviado.
Yo les he dado la gloria que
tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno: yo en ello y tú en mí,
A los pescadores les decía: “Ustedes se van
para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado y que
los has amado a ellos como me has amado a mí” (Jn. 17.21-23).
El pastor no puede decir: “tenía cien
ovejas, se me fueron cinco ¡Qué lástima! No puede decir eso jamás. El tiene que
entregar como administrador la cuenta de cien. El Pastor tampoco puede decir:
“Bueno tuve que hacer dos rebaños, porque las ovejas más gordas se peleaban con
las más pequeñas”. Si así fuera, ¿para qué está el Pastor? El Pastor está para
que las ovejas gordas se lleven bien con las ovejas flacas. El Pastor está para
que la unidad se lleve a cabo entre ellas, para que exista armonía.
Realmente esto es difícil, porque nos
encontramos con los gordos y gordas de la Renovación, queriendo ponerse en mal
con los que ellos consideran flacos de otros movimientos. Especialmente cuando
estos gordos tontamente dicen: “Nosotros sí somos “renovados”, tú no eres
renovado”… “Nosotros ya hicimos el curso de crecimiento y tú estás muy
chaparro”.
Es deber del Pastor, cuidar la verdadera
integración del Cuerpo de Cristo.
En el cuerpo humano es necesaria la cabeza,
pero también es de gran importancia, la uña del dedo chiquito del pie derecho.
Por esa razón tenemos que poner en el mismo cuerpo, esa cabeza y esa uña:
“Así también el cuerpo no se compone de un
solo miembro, sino de muchos. Si dijera el pie: “Puesto que no soy mano, yo no
soy del cuerpo” ¿dejaría de ser parte del cuerpo por eso? Y si el oído dijera:
“Puesto que no soy ojo, no soy del cuerpo” ¿dejaría de ser parte del cuerpo por
eso? Si todo el cuerpo fuera ojo ¿dónde quedaría el oído? Y si fuera todo oído
¿dónde el olfato?
Ahora bien, Dios puso cada uno de los
miembros en el cuerpo según su voluntad. Si todo fuera un solo miembro ¿dónde
quedaría el cuerpo? Ahora bien, muchos son los miembros, más uno el cuerpo. Y
no puede el ojo decir a la mano: “¡No te necesito!” Ni la cabeza a los pies:
“¡No os necesito!”
Más bien los miembros del cuerpo que
tenemos por más débiles, son indispensables. Y a los que nos parecen los más
viles del cuerpo los rodeamos de mayor honor. Así a nuestras partes deshonestas
las vestimos con mayor honestidad. Pues nuestras partes honestas no lo
necesitan. Dios ha formado el cuerpo dando más honor a los miembros que
carecían de él, para que no hubiera división alguna en el cuerpo, sino que
todos los miembros se preocuparan lo mismo los unos de los otros. Si sufre un
miembro, todos los demás sufren con él. Si un miembro es honrado, todos los
demás toman parte en su gozo.
Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de
Cristo, y sus miembros cada uno por su parte” (1 Cor. 12.14-27).
III.- LAS CARACTERISTICAS
DEL BUEN PASTOR.
Algunas características del BUEN PASTOR,
las encontramos en varios textos de la Sagrada Escritura, pero principalmente
en: Ez. 34, Sal. 23 y Jn. 10. En estos textos y algunos más nos dicen que:
EL BUEN PASTOR:
1.--- Es un hombre FUERTE (espiritualmente),
capaz de DEFENDER a su rebaño de los animales salvajes:
“Respondió David a Saúl: “Cuando tu
siervo estaba guardando el rebaño de su padre y venía el león o el oso y se
llevaba una oveja del rebaño, salía tras él, le golpeaba y se la arrancaba de
sus fauces, y si se revolvía contra mí, lo sujetaba por la quijada y lo
golpeaba hasta matarlo” (1 Sam. 17.34-35).
“Aunque pase por un valle
tenebroso, ningún mal temeré, porque tú vas conmigo; tu vara y tu cayado, ellos
me sosiegan”. (Sal. 23.4).
2.- CONOCE
“Conoce a fondo el estado de
tu ganado, aplica tu corazón ama a tu rebaño” (Prov. 27.23).
3.- Se ADAPTA a la situación
de sus ovejas:
“El le dijo: “Mi señor sabe que los niños
son tiernos, y que tengo conmigo ovejas y vacas criando; un día de ajetreo
bastaría para que muriese todo el rebaño. Adelántece, pues, mi señor a su
siervo, que yo avanzaré despacito, al paso del ganado que llevo delante, y al
paso de los niños, hasta que llegue donde mi señor, a Seír” (Gen. 33.13-14).
4.- TOMA en BRAZOS a los
corderitos y TRATA con CUIDADO a las paridas:
“Como pastor pastorea su
rebaño: recoge en brazos los corderitos, en el seno los lleva, y trata con
cuidado a las paridas” (Is. 40,11).
5.- QUIERE con CARIÑO a una
u otra oveja “como su hija”:
“El pobre no tenía más que
una corderilla, solo una, pequeña, que había comprado. El la alimentaba y ella
iba creciendo con él y sus hijos, comiendo su pan, bebiendo en su copa,
durmiendo en su seño igual que una hija” (2 Sam. 12.3).
6.- APACIENTA el mismo a sus
ovejas con BUEN ALIMENTO y las hace REPOSAR:
“Las apacentaré en buenos
pastos, y su majada estará en los montes de la excelsa Israel.
Allí reposarán en buena
majada; y paserán pingues pastos por los montes de Israel.
Yo mismo apacentaré mis
ovejas y yo las llevaré a reposar” (Ez. 34.14-15).
7.- FORTALECE a las ovejas
débiles, CUIDA a la oveja enferma, CURA a la oveja herida, hace REGRESAR a la
oveja descarriada, BUSCA a la oveja perdida:
“Buscaré la oveja perdida,
tornaré a la descarriada, curaré a la herida, confortaré a la enferma” (EZ.
34.16, 4; Lc. 15.3-7).
8.- CUIDA y VELA por el
rebaño:
“Porque así dice el Señor Yahveh: Aquí
estoy yo; yo mismo cuidaré de mi rebaño y velaré por él. Como un pastor vela
por su rebaño cuando se encuentra en medio de sus ovejas dispersas, así velaré
yo por mis ovejas” (Ez. 34.11-12).
“Tened cuidado de vosotros y de toda la
grey, en medio de la cual os ha puesto el Espíritu Santo como vigilantes para
pastorear la Iglesia de Dios, que él se adquirió con la sangre de su propio
Hijo” (Hech. 20.28).
9.- REUNE a las ovejas
dispersas:
“Las recobraré de todos los lugares donde
se habían dispersado en día de nubes y brumas” (Ez. 34.12).
“Las sacaré de en medio de los pueblos,
las reuniré de los países, y las llevaré de nuevo a su suelo. Las pastorearé
por los montes de Israel, por los barrancos y por todos los poblados de esta
tierra” (Ez. 34,13).
10.- SALVA a las ovejas
débiles de las fuertes y robustas:
“Puesto que vosotros habéis empujado con
el flanco y con el lomo y habéis topado con los cuernos a todas las ovejas más
débiles hasta dispersarlas fuera, yo vendré a salvar a mis ovejas para que no
estén más expuestas al pillaje; voy a juzgar entre oveja y oveja” (Ez. 34.21-22).
11.- CONDUCE a las ovejas
por BUEN CAMINO y las GUIA a las AGUAS CRISTALINAS y al BUEN ALIMENTO:
“Yahveh es mi pastor, nada
me falta.
Por prados de fresca hierba
me apacienta.
Hacia las aguas de reposo me
conduce, y conforta mi alma; me guía por senderos de justicia, en gracia de su
nombre” (Sal. 23.1-3).
12.- ENTRA por la puerta que
es Cristo:
“En verdad, en verdad os digo: el que no
entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado,
ese es un ladrón y un salteador; pero el que entra por la puerta es pastor de
las ovejas” (Jn- 10.1-2).
“En verdad, en verdad os
digo: yo soy la puerta de las ovejas” (Jn. 10,7).
13.- LLAMA a sus ovejas una
por una y las saca fuera. VA DELANTE de sus ovejas y ellas lo siguen:
“A sus ovejas las llama una por una y las
saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas, las ovejas
le siguen, porque conocen su voz” (Jn. 10.3-4).
14.- CONDUCE a las ovejas a
entrar y salir por la puerta que es Cristo:
“Yo soy la puerta; si uno
entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto” (Jn. 10.9).
15.- PROCURA que las ovejas
TENGAN VIDA en ABUNDANCIA (eterna):
“Yo he venido para que
tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn. 10.10).
“Yo les doy vida eterna y no
perecerán jamás” (Jn. 10.28).
16.- DA su VIDA
voluntariamente por las ovejas:
“Yo soy el buen pastor. El
buen pastor da su vida por las ovejas” (Jn. 10.11).
“Por eso me ama el Padre,
porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo.
Nadie me la quita; yo la doy
voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo” (Jn.
10.17-18).
17.- CONOCE a sus ovejas y
ellas lo CONOCEN:
“Yo soy el buen pastor: y
conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí” (Jn. 10.14).
18.- UNE a las ovejas en un
solo rebaño:
“También tengo otras ovejas,
que no son de este redil; también a esas las tengo que conducir y habrá un solo
rebaño, un solo pastor” (Jn. 10.16).
Todo lo anterior, son frases y textos de
la Palabra de Dios que hay que ASIMILAR y es necesario que hagamos VIDA dice el
Señor:
“¿Por qué me llamáis: ‘Señor, Señor’ y no
hacéis lo que digo?
Todo el que venga a mí y oiga mis palabras
y las ponga en práctica, os voy a mostrar a quién es semejante: Es semejante a
un hombre que, al edificar una casa, cavó profundamente y puso los cimientos
sobre roca. Al sobrevenir una inundación rompió el torrente contra aquella
casa, pero no pudo destruirla, por estar bien edificada. Pero el que haya oído
y no haya puesto en práctica, es semejante a un hombre que edificó una casa
sobre tierra, sin cimientos, contra la que rompió el torrente y al instante se
desplomó y fue grande la ruina de aquella casa” (Lc. 6,46-49).
“Poned por obra la Palabra y no os
contentéis solo con oírla, engañándoos a vosotros mismos. Porque sí alguno se
contenta con oír la Palabra sin ponerla por obra, ése se parece al que
contempla su imagen en un espejo: se contempla, pero, en yéndose, se olvida de
como es. En cambio el que considera atentamente la Ley perfecta de la libertad
y se mantiene firme, no como oyente olvidadizo sino como cumplidor de ella, ése
practicándola, será feliz” (Snt. 1,22-25).
Es necesario, que las MEDITEMOS una y otra
vez y continuemos MEDITANDOLAS CONSTANTEMENTE, para que podamos realmente
SERVIR al Pueblo Santo de Dios.
¡ .
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Se terminó la impresión de este
libro el día 15 de Sept. De 1984.
Imprenta “Ideal” Fragonard 44,
México 19, DF.
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