EL ESPÍRITU SANTO ALMA DE LA IGLESIA.
Objetivo: profundizar en el conocimiento de
la Persona del Espíritu Santo y su acción en la Iglesia, para que fieles a las
mociones del Divino Espíritu podamos vivir como hombres nuevos.
1. El Espíritu Santo y la Iglesia.
Todos nosotros,
que hemos recibido el único Espíritu, a saber, el Espíritu Santo nos hemos
fundido entre nosotros y con Dios. Ya que por mucho que nosotros seamos
numerosos separadamente de Cristo y que Cristo haga que el Espíritu del Padre y
suyo habite en cada uno de nosotros, este Espíritu único e indivisible lleva
por sí mismo a la unidad a aquellos que son distintos entre sí…y hace que todos
aparezcan como una sola cosa en Él. Y de la misma manera que el poder de la
santa humanidad de Cristo hace que todos aquellos en la que ella se encuentra
hace que formen un solo Cuerpo, pienso que también de la misma manera el
Espíritu de Dios que habita en todos, único e indivisible, los lleva a todos a
la unidad espiritual.(san Cirilo de Alejandría, Jo, 12 CATIC 738)
Este bellísimo texto de san Cirilo de
Alejandría nos hace decir que el Espíritu Santo es el alma de la Iglesia. Y nos
hace reconocer que la Iglesia no tiene vida en sí misma, sino en Dios, es por
su Espíritu, fuente de vida que hace que la Iglesia sea un “Organismo viviente
y vivificador.” La nueva creación solo puede nacer del Espíritu, del que tiene
su nacimiento todo lo que nace de Dios (cfr. Jn 3, 5ss). La Iglesia y el
Espíritu son inseparables: la experiencia del Espíritu se hace en la Iglesia y
da acceso al misterio de la Iglesia. San Irineo decía que donde está la Iglesia
está el Espíritu Santo, fuerza que anima y lanza a la Iglesia con ardor
misionero hasta los confines de la tierra, para que los fieles demos testimonio
de Cristo, Nuestro Salvador. Escuchemos el testimonio de la Escritura y de la
Iglesia decirnos:
2. El Testimonio de la Escritura
1.
“¿No sabéis que sois santuario de Dios y que el
Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye ese santuario de Dios,
Dios lo destruirá a él; porque el santuario de Dios es Sagrado, y vosotros sois
ese santuario” (1 Co 3, 16).
2.
Por esta razón Pablo ora al Padre pidiendo que el
Espíritu Santo fortalezca en los fieles al hombre interior (cfr. Ef 3, 14-15).
3.
El Espíritu Santo guía a los hijos de Dios (Rm 8,
15) ¿A Dónde los lleva? A Cristo para que creamos en él, y creyendo nos
salvemos.
4.
Santifica a la Iglesia y vivifica a los hombres, muertos por el pecado, hasta
que resucite sus cuerpos mortales en Cristo (Rm 8, 10-11).
5.
El Espíritu
habita en la Iglesia y en el corazón de los fieles como en un
templo (1 Co 3, 16; 6,19).
6.
Ora y da
testimonio de su adopción como hijos de Dios (Ga 4, 6); guía a la Iglesia a la
verdad completa (Jn 16, 13).
7.
La unifica en comunión y ministerio, la provee y
gobierna con diversos dones jerárquicos carismáticos y la embellece con sus
frutos (Ef 4,11-12; 1 Co 12, 4; Ga 5, 22).
8.
El Espíritu Santo es Espíritu de unidad; nos une e
integra porque es el Espíritu de Dios:
“Un solo Cuerpo y un solo Espíritu, como una es la esperanza a que habéis sido
llamados. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de
todos, que está sobre todos, por todos y en todos” (Ef 4,4ss.). Solo
conoceremos a Dios si vivimos en comunión con Él y con los hermanos por Cristo
Jesús en el Espíritu Santo. Dios es Unidad.
9.
El Espíritu Santo es el espíritu de Libertad: “Porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor,
allí está la libertad” (2 Cor 3, 17). El es la Verdad que nos hace libres.
10. El Espíritu Santo es el Amor de Dios derramado en el corazón de los
creyentes (cf Rm 5, 5) Sólo el Espíritu Que nos integra, reconcilia con Dios y
entre nosotros, para que haya entre nosotros reciprocidad (cgf Jn 13, 34) y
exista una igualdad fraternal entre nosotros.
11. El Espíritu
consagra porque es el Espíritu Santo de Dios: “Y el que nos marcó con su sello
y nos dio en arras el Espíritu en nuestros corazones.” (2 Co 1, 22). Dios nos
elige, nos llama, nos consagra y nos envía, de manera que Él siempre toma la
iniciativa para hacernos instrumentos y ministros que lo hace presente en medio
de su pueblo.
12. La Iglesia
guiada y conducida por el Espíritu Santo es “Es Casa del Dios vivo, y soporte y
columna de la verdad (cfr. 2 Tm 3, 15) La falsedad, la mentira y el engaño,
contradicen la verdad, por lo tanto, el cristiano, guiado por el divino
Espíritu vive, honra y camina en la verdad.
13. Por el Espíritu
conocemos y confesamos que Jesús es
Señor (1 Co 12, 3.). Oramos a Dios (Rm 8, 2). Y lo llamamos por su nombre:
“Abbá, Padre” (Rm 8, 15). La obra del Espíritu Santo es hacer que la gente crea
en Jesús; lo acepte como Maestro y Señor de sus vidas. El nos lleva a reconocer
la divinidad de Jesucristo.
14. “Porque en un solo Espíritu hemos sido
bautizados, para no formar mas que un solo cuerpo, judíos y griegos, esclavos y
libres. Y todos hemos bebido de un mismo Espíritu” (1 Co 12, 13), para entrar
en la Presencia del Padre, según el don recibido (Ef 2, 18)
3.
El Testimonio de la
Iglesia
No podemos entender la belleza y vitalidad de
la Iglesia si no la vemos llena del Espíritu Santo: Evangelización,
sacramentos, catequesis, virtudes, frutos, carismas y dones espirituales y
práctica de la caridad, todo con miras a edificar una comunidad fraterna
revestida de la Santidad de Cristo.
·
“Consumada la obra que el Padre encomendó realizar
al Hijo sobre la tierra, fue enviado el Espíritu Santo el día de Pentecostés a
fin de santificar indefinidamente a la Iglesia y para que de este modo los
fieles tengan acceso al Padre por medio de Cristo en un mismo Espíritu. El es
el Espíritu de vida o fuente de agua que salta hasta la vida eterna.” ( LG 4)
·
Con la fuerza del Evangelio la Iglesia se
rejuvenece, se renueva incesantemente y es conducida a la unión consumada con
su Esposo.(LG 4)
·
Los Católicos recibimos el Espíritu Santo el día de
nuestro Bautismo (CATIC 1265) y por la Confirmación nos vinculamos más
estrechamente a la Iglesia y nos enriquece con una fuerza especial que nos
capacita para difundir y defender la fe como verdaderos testigos de Cristo, por
la Palabra juntamente con las obras. (CATIC 1316)
·
Toda la acción del Espíritu es el darnos acceso a
Dios, en ponernos en comunicación viva con Dios, en introducirnos en sus
profundidades sagradas y en comunicarnos los secretos de Dios. (LG 4)
·
“Y para que nos renováramos incesantemente en Él,
nos concedió participar de su Espíritu quien, siendo uno solo, en la Cabeza y
en los miembros, de tal modo vivifica todo el cuerpo, lo une y lo mueve, que su
oficio pudo ser comparado por los Santos
Padres con la función que ejerce el principio de vida o alma en el cuerpo
humano”
(LG 7)
·
El carácter sagrado y orgánicamente estructurado de
la comunidad sacerdotal se actualiza por los sacramentos y por las virtudes.
Los fieles incorporados a la Iglesia por el Bautismo, quedan destinados por el
carácter del Sacramento al culto de la religión cristiana, y, regenerados como
hijos de Dios, están obligados a confesar delante de los hombres la fe que
recibieron de Dios mediante la Iglesia. (LG 11)
·
El Espíritu Santo es Espíritu, derramado en los
corazones, es el don supremo de la Caridad; (Rm 5, 5) su primer efecto en
nuestra vida es la remisión de los pecados. Es el Espíritu de la comunión que
vuelve a dar, en la Iglesia, a los bautizados la semejanza divina perdida por
el pecado. (CATIC. 734)
·
Por la comunión con Él, el Espíritu Santo nos restablece en el
Paraíso, nos lleva al Reino de los Cielos y a la adopción filial, nos da la
confianza de llamar a Dios Padre y de participar de la gracias de Cristo, de
ser llamado hijo de la Luz y de tener parte en la gloria eterna. (San Basilio,
Spir. 15, 36; CATIC 736)
·
El Espíritu Santo que Cristo, Cabeza, derrama sobre
sus miembros, construye, anima y santifica a la Iglesia. Ella es el Sacramento
de la comunión de la Santísima Trinidad con los hombres. (CATIC 747)
Desde el momento que recibimos el Espíritu,
todo cambia en nuestra vida, nada puede perdernos, puesto que Dios se nos ha
dado y nosotros vivimos en El. Seamos dóciles a las mociones del Divino
Espíritu. Hoy nosotros podemos ver al
Señor Jesús; podemos amarlo y servirlo gracias
a la acción del Divino Espíritu en nuestras vidas. El Espíritu Santo
quiere renovarnos y lo hará sí de veras le entregamos nuestro ser sin reservas
y nos dejamos conducir por El. “El nos lleva a la verdad plena” (cfr. Jn 16,
9). Trabaja constantemente por la unidad del Cuerpo de Cristo y por la
santificación de los corazones. “Por Él, el Padre, vivifica a todos los muertos
por el pecado hasta que resuciten en Cristo sus cuerpos mortales” (Rm 8, 10-
11)
Juntamente con la remisión de los pecados, el
Padre, derrama su Amor en nuestros corazones con el Espíritu Santo que Él nos
ha dado”. (Rm 5, 1- 5) este amor, la caridad es el principio de la vida nueva
en Cristo, ahora, porque hemos recibido la fuerza del Espíritu Santo, (Hch 1, 8) podemos ser los testigos, amigos,
discípulos y misioneros de Cristo de Cristo, es posible reproducir la imagen de
Jesús. (Rm 8, 29).
La Conferencia de aparecida nos ha dicho que
en Espíritu Santo que el Padre nos regala nos identifica con Jesús Amor
(Camino), nos sumerge en el Misterio de Dios y nos hace sus hijos. Nos identifica con Jesús Verdad enseñándonos
a renunciar a nuestras mentiras y a nuestras ambiciones. Nos identifica con
Jesús Vida, enseñándonos a abrazar su Plan de amor y entregarnos para que otros
“tengan vida en Él.” Nos llenacon la “Fuerza del Espíritu” y nos lanzacomo los
testigos de Cristo a llevar la Buena Nueva hasta los rincones de la tierra.
(Aparecida 137)
4.
La Experiencia Personal.
Podemos saber muchas cosas sobre Dios y su
doctrina, pero, no basta, es necesario que seamos testigos con poder, de la
muerte y resurrección de Jesucristo padeciendo en nosotros la acción del
Espíritu Santo que nos guía a la verdad plena, haciendo de cada creyente un
hombre nuevo. Un enamorado de la voluntad del Señor; una persona apasionada por
el Reino de Dios que movida por el agradecimiento por lo que Dios está haciendo
su vida responde con generosidad a la invitación que Dios le hace de estar en
estrecha comunión con Él y con todos los que han sido llamados a pertenecer a
su Pueblo Santo que es la Iglesia.
Dios no nos llama a unirnos a un puñado de
normas o decretos, sino a una Persona, a vivir en íntima comunión con Dios
mismo, en Cristo Jesús por la acción y presencia del Espíritu Santo. Los
testigos de la Resurrección somos llamados a vivir una estrecha y profunda
amistad con el Señor. A quienes vivan esta hermosa experiencia Él amorosamente
les dice: “No los llamo siervos, sino amigos”
A ellos les revela los misterios del Reino, pero también les exige
fidelidad a la Alianza: “Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les digo”
(Jn 15). La amistad con Cristo está cimentada en tres bases:
· Le escucha atenta de su Palabra.
Él siempre habla a nuestros corazones.
· La obediencia a la voluntad del
Padre manifestada en su Amado Hijo.
· Aceptar “ser de Jesús” y
pertenecer a su Grupo, para vivir en comunión con los Doce; de esta manera participar
de la misma Misión y del mismo Destino del Maestro. (Aparecida 131)
Sólo entonces la vida del Maestro fluye en la
existencia sus amigos a quienes está llamando a ser sus discípulos, para que
conducidos por el Espíritu Santo sean enviados a sembrar las “semillas del el
Reino de Dios en el corazón de los hombres y de las culturas.
Oración
Por un renovado Pentecostés
en la Iglesia y en el mundo.
Por una experiencia renovada
de la acción del Espíritu en nuestra vida.
Para pedir al Señor el
discernimiento del Espíritu para poder leer los signos de los tiempos.
Ven
Espíritu Santo enciende nuestros corazones con el fuego de tu amor…
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